Mr. Marsalis levanta la voz

AutorFrancisco Morales V.

Cómodamente sentado en el banco de su piano, con la camisa blanca bien planchada, fresco, jovial y sincero -siempre tan cool sin hacer esfuerzo alguno-, Wynton Marsalis es algo así como el jazz hecho persona.

Así lo ha sido desde principios de los años 80, cuando abandonó una prometedora carrera como trompetista de música clásica para seguir los pasos de su padre, el pianista Ellis Marsalis Jr., patriarca de uno de los clanes jazzísticos más entrañables de Estados Unidos.

Infancia, en el caso de Wynton Marsalis, definitivamente es destino, pues su más reciente composición, la ambiciosa "ópera jazz" y sátira política The Ever Fonky Lowdown abreva directamente de los sonidos de su natal Nueva Orleans, donde "la cultura del jazz es como la leche materna", como él mismo ha dicho.

En entrevista desde su casa en Nueva York, ciudad donde dirige el prestigioso Jazz at Lincoln Center, Marsalis no pierde la actitud intrépida, desafiante y juguetona que lo llevó a ser considerado un renovador del género hace casi 40 años, pero habla ahora desde la altura de quien se sabe una figura clave -quizá la más conocida- del mundo entero del jazz.

"La música es el arte de lo invisible, así que nutre todo lo que está adentro", declara su credo con sabiduría, sincopando las palabras como si estuviera tocando un solo.

"La escuchas y, cuando interactúas con ella, está nutriendo tus memorias, tus pensamientos, tus sueños y tus anhelos; tu sentido interior del ser, tu salud mental, tus aspiraciones románticas, tus miedos", reflexiona. "Es misteriosa de esa forma".

Ese misterio es ahora más necesario que nunca, en tiempos decididamente aciagos para todos, incluyendo a Marsalis, quien desde los 8 años no había pasado tanto tiempo sin una tocada, con el Rose Hall -el foro de conciertos a su cargo en el Lincoln Center- cerrado hasta el próximo año a causa de la pandemia.

Más importante aún, para el compositor han sido meses inmensamente tristes por la pérdida del veterano Ellis Marsalis Jr., su "estrella polar", quien apenas el pasado abril falleció por complicaciones derivadas del Covid-19.

Lanzado en plataformas digitales el 21 de agosto, The Ever Fonky Lowdown es un homenaje a su padre, con una mezcla de funk de Nueva Orleans, jazz, góspel, swing, blues y folk que remite a la tradición musical más arraigada del clan de músicos de Luisiana.

"Quería que mi papá la escuchara, porque la escribí en su lenguaje. Mi padre falleció, pero la escuchó en Chautaqua (condado neoyorquino) cuando la tocamos el verano pasado, así que logró escucharla, porque está muy influenciada por su música y sus aspiraciones", celebra Marsalis.

La composición, no obstante, pertenece también a una serie de álbumes con los que el trompetista alza regularmente la voz para denunciar el rostro más violento, racista e injusto de Estados Unidos.

"Cada década, trato de escribir algún tipo de composición de conciencia social, de un tipo de humanismo universal", detalla.

En el linaje de clásicos como Black Codes (From the Underground, 1985), Blood on the Fields (1997), All Rise (2002) y From the Plantation to the Penitentiary (2007), este nuevo álbum amplía el espectro de la crítica para denunciar la corrupción, el abuso de poder, la retórica belicista y el desprecio al otro que suelen enarbolarse en las naciones que se dicen democráticas.

A pocos meses de una elección crucial para la historia de Estados Unidos, y en un ambiente de tensión racial ocasionado por los asesinatos policiacos de miembros de la comunidad afroamericana del país norteamericano, The Ever Fonky Lowdown se estrena con una vigencia insoslayable.

Como el jazz mismo, se trata de una obra compleja, con múltiples capas sonoras y narrativas, que igual encanta con su virtuosismo musical, que estremece por la precisión de su sátira política.

EL CIRCO DEL ENGAÑO

El carácter...

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