La Muerte como medio publicitario

AutorEulalio Ferrer Rodríguez

Se ha dicho que tres de los espacios más leídos de un periódico figuran entre los que no escriben los periodistas: el de los estados del tiempo, el de los anuncios por palabras y el de las esquelas mortuorias. Este último se ha convertido, especialmente en México, en uno de los que más contribuyen al mantenimiento financiero de los diarios. Ello, no sólo por lo que tienen de aviso noticioso, sino como reflejo de estatus social, desbordando su fin original: el aviso público de un deceso, la condolencia del cariño de familiares y amigos.

Estos testimonios fúnebres son tutelados por toda clase de invocaciones: las religiosas -católica, judía, protestante...-, sin faltar las agnósticas, llamadas generalmente civiles. Los estilos van desde las expresiones escuetas y simples, hasta las poéticas y literarias. No faltan las extravagantes y las de humor negro. Hay algunos mensajes curriculares, otros con nombres diminutivos o motes populares y algunos más incluyen la fotografía del difunto o la difunta. Se trata de un género informativo que ha desarrollado su propio lenguaje, de acentos múltiples y sugerentes, de un fenómeno que viene a avalar la idea de quienes consideran que la muerte es la mayor de las paradojas humanas. O de quienes son fieles a la creencia de que la muerte no existe.

En nuestros días, las esquelas mortuorias, en su mayoría, no hablan del hombre común y corriente, del que finalmente termina olvidado, sino del personaje reconocido, empresario acaudalado, político poderoso... El filete negro que enmarca las esquelas está reservado, principalmente, para aquel que muere recordado: entre el honor, la virtud y el éxito. Esta modernidad se caracteriza por un rasgo notorio: incrementa los ingresos económicos de la prensa diaria, en espera, quizá, de la esquela planetaria de Internet, ya en ciernes. Desde mediados del siglo XX, los avisos mortuorios se han transformado en vehículos de publicidad y de propaganda, cuanto más famoso el muerto más intenso el despliegue. De una parte, se incluyen logotipos de marcas y empresas comerciales, a veces con todo y su eslogan publicitario. De la otra parte, se utilizan los emblemas y lemas de los partidos políticos. De ambas maneras, las exaltaciones borran las distancias entre el anuncio y la condolencia para erigirse en cantos que aprovechan la tradición funeraria y la ponen al servicio de fines especulativos. Son las esquelas intrusas, las que carecen de un vínculo familiar cercano, las que...

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