Muestra el arte de lo cotidiano

AutorJorge Ricardo

Un cajón de mezcla de albañil puede llegar a ser una obra de arte.

Y si no se cree, el pintor Mauricio Gómez Morín (DF, 1956) pide mirar una de sus piezas: adentro de la caja pintó un bodegón con una cuchara de albañil, un vaso, unos chiles, un aguacate y tortillas en papel estraza. La tapa de una lata de sardinas funciona como una aureola que sacraliza la pieza.

El título de la exposición, abierta desde ayer y expuesta hasta el 5 de noviembre en la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada, es una declaración de las intenciones del artista:

Retablos profanos.

Ilustrador de varios libros para niños, Gómez Morín buscó conectar lo profano con lo sagrado.

Otro ejemplo es El alfiletero, una caja de alfileres que tiene pintado adentro un corazón, pero es un corazón muy real, atravesado por flechas...

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