La mujer: Poder y género
| Autor | Fernando del Collado |
Entienden la política como la oportunidad para servir y ninguna desea utilizar su puesto como trampolín. Han arribado al poder acaso sólo guiadas por su voluntad de incidir en la transición democrática: pasar de simples espectadoras a ejecutoras públicas. Cinco de ellas llegaron desde la iniciativa privada, una desde las ONG y sólo tres surgieron de las filas panistas. Son las mujeres del primer cuadro de gobierno de Vicente Fox. Nueve funcionarias que han puesto a prueba su capacidad para negociar, consensar e, incluso, redefinir su posición como madres, esposas y funcionarias.
Más femeninas que feministas, recuerdan hoy que una nueva generación de mujeres ha llegado al poder para quedarse. En fechas por demás propicias para recordar el Día Internacional de la Mujer, a celebrarse el próximo jueves.
Martha Sahagún
Comunicación Social
La crítica no me detiene
Tengo una gran admiración por Santa Teresa de Jesús, en muchas ocasiones hago mías sus propias máximas, porque me ayudan en mi vida personal. Pero no soy de ninguna manera fanática...
Martha Sahagún
Se sabe el centro de las miradas, el lugar común para la mofa o la adulación, pero eso la tiene sin cuidado. A Martha Sahagún Jiménez, la encargada del despacho de Comunicación Social de la Presidencia, los reparos sobre su persona no parecen inquietarla.
"A mí no me detiene la crítica. Yo no hago gran caso a las cosas que puedan molestarme. Como cualquier ser humano, hay señalamientos que considero injustos, pero no me detengo en ellos. Hay que ver siempre para adelante. Y lo que no aporta, lo que no construye, pues hay que echarlo para atrás, a la espalda, y vámonos a otra cosa".
Es, en todo caso, la vocera, la confidente y la amiga de un hombre del que no podía ser más distinta. Si a Vicente Fox le gusta escuchar a la gente, Martha Sahagún dice no quedarse atrás. Si al Presidente lo define su hiperactividad, su pasión por "servir" y una disciplina que no permite la distracción, Martha se define por igual. Si a Fox le gustan los chascarrillos, Martha también suele disfrutar de las ocurrencias y las bromas de pasillo. Si el Ejecutivo se aplica de tiempo completo a su trabajo, Martha comenta estar en vigilia "las 24 horas del día". Entre los dos, Presidente y vocera, se ha ido construyendo una simbiosis laboral cuyo éxito o fracaso habrán de medirlos y medirse en los próximos años:
"Obviamente que con Vicente Fox existe una relación muy profesional en el ámbito del trabajo. Los mexicanos están esperando que quienes conformamos este equipo de gobierno demos resultados. Siempre he señalado que quien trabaje en Comunicación Social debe tener una línea directa con su jefe, de lo contrario no entiendes a profundidad lo que hay que manejar, lo que se está contando, el posicionamiento que se tiene que dar a los mensajes, a los proyectos, a los programas. No estoy hablando de influencias. Vicente Fox es un hombre que escucha a todos y les hace caso a todos, que consensa, pero obviamente toma las decisiones con la responsabilidad que tiene como Presidente".
-¿Los mexicanos no están también esperando una primera dama?
-Mira, yo creo que este tema, es por pura tradición. Pero, independientemente de esto, a mí me parece que es un término un tanto injusto para el resto de las mujeres. Creo que una mujer, cuando es esposa de alguien que sirve a través de la política, tiene también una responsabilidad muy alta de servicio, de dar ejemplos de sencillez, de trabajo, de entrega. Pero, bueno, finalmente es una tradición y nada más.
En sus oficinas de la residencia oficial de Los Pinos, Martha Sahagún accede a la entrevista en medio de una agenda agobiada por las llamadas de último momento y las consultas de improviso. Tiene algunas visitas todavía por atender, pero se le ve a gusto. Parece dominar la escena y los reflectores:
"Me siento muy contenta, muy a gusto, pero creo que satisfecha nunca, porque siempre puedes hacer algo más, siempre puedes hacerlo mejor. Siempre tienes oportunidades de aprender y siempre hay nuevas oportunidades de servir".
Y es que ser la voz de un gobierno en transición es materia para el deleite personal:
"Disfruto intensamente lo que hago. Hay quienes señalan que esta área es conflictiva, que la prensa da muchos problemas, es la primera vez que una mujer ocupa este cargo y es, hasta donde tengo entendido, la primera vez que hay una vocería real operando prácticamente a diario. Sin embargo, a mí me gustan los retos. Me siento muy contenta. Es una área de muchas oportunidades que nos permite aprender muchísimo todos los días".
Una labor, añade, que la obliga a estar informada. "Esa es mi obligación, pero hay que disfrutarlo. Mi relación con todas las áreas de gobierno me permite estar prácticamente informada de todo. Y digo prácticamente, porque también hay veces que no lo conozco y así lo digo a la prensa. Pero eso me obliga a informarme, pues mi trabajo implica el trato con todos ustedes, con los diferentes medios de comunicación, con líderes de opinión diversos, y eso requiere de mucha lectura y esto lo hace a uno sentirse bien. Te da la oportunidad de superarte, de vivir intensamente".
Si el periodo de campaña y después el de la transición de poderes corrieron a gran velocidad, cuando Martha Sahagún se inauguró como vocera de la Presidencia, el ritmo no decayó:
"Este trabajo es muy demandante en cuanto a tiempo. Se empieza muy temprano. Desde las 4 de la mañana. No yo, personalmente, pero sí parte de mi equipo; tengo perfectamente claro que cuando una decisión haya que tomarse, tengo que estar disponible las 24 horas del día para que se me llame cuando sea necesario".
Ella, dice, comienza "a las 6 de la mañana, y termino más o menos a las 11 de la noche. Inicio con un reporte de medio de prensa escrita y medios electrónicos. Después hay que ver cómo amanecemos en la coyuntura, cómo amanecimos en la agenda del Presidente, si ha habido algún cambio, qué posturas del Presidente tenemos que ratificar, cómo va el proceso para poder dar conferencia de prensa, cuáles son los mensajes que hemos recibido de la población. Pero también está la revisión de todas las áreas. Aquí se reciben muchísimas llamadas por teléfono, también hay una demanda grande de atención, y hay una relación permanente con todas las otras áreas de gobierno. Siempre hay que hacer llamadas durante el día de cinco a ocho secretarios de Estado, por ejemplo".
-¿Y su agenda personal, sus familiares?
-Efectivamente, tengo tres hijos: de 29, 25 y de 19 años. Los tres con su propio proyecto de vida. Ninguno vive en la Ciudad de México, los cuatro vivimos en distintas ciudades, pero procuramos vernos los fines de semana. Generalmente el centro de reunión es la casa de mis papás en Zamora, de donde soy originaria. Tenemos una comunicación muy intensa por teléfono, tenemos una extraordinaria relación entre los cuatro, somos amigos. Y, sobre todo, cada quien respeta nuestro propio proyecto de vida y nuestro proyecto profesional. Es lo más valioso de nuestra relación: respetarnos en lo que cada quien hemos decidido ser y tener.
Ella misma es un ejemplo de apertura. Pasó de los encierros en escuelas de monjas teresianas, donde cursó sus estudios primarios, a una política de puertas abiertas de un nuevo régimen que dice gobernar de cara a la sociedad, pasando por una breve estancia en un internado de madres en Irlanda.
Nacida en Zamora, Michoacán (1953), Martha Sahagún, la segunda de seis hermanos, cuatro mujeres y dos hombres, creció en el seno de una familia por demás estable y conservadora. La biografía que hiciera la presidenta del Conaculta, Sari Bermúdez, sobre Marta Sahagún. La fuerza del espíritu ("sí, es una biografía correcta") es rica en pasajes provincianos llenos de recuerdos gratos sobre su formación.
"Siempre fui inquieta tal como lo he manifestado en el libro. Me eduqué en una familia estable, con pleno respeto a la libertad de cada quien. Discriminación no la hubo, porque muchas veces es en la propia casa donde empieza a haber diferencia entre el hombre y la mujer".
No fue así, sin embargo, durante sus inicios en la vida política activa:
"Sí, definitivamente sí hubo cierta discriminación. El haber logrado la candidatura a la alcaldía de Celaya, Guanajuato (1994), dentro del PAN, sí tuvo sus dificultades, y una de esas razones fue porque era mujer. Me parece que es una cualidad que tenemos prácticamente todas las mujeres, que estos acontecimientos no nos repriman y no nos detengan para tomar las oportunidades que se nos están presentando".
Y es que ella se autodescribe como una mujer trabajadora, que le gusta convivir con la gente, que gusta de la disciplina -"y no me gusta quebrantarla, ni que me la quebranten"-, enérgica "y violenta quizá cuando me enojo de más", pero también que sabe disfrutar de los chascarrillos, las bromas.
-¿Y profundamente religiosa?
-No, soy una mujer absolutamente creyente. Creo en un Dios bueno, misericordioso, que ama a sus hijos, que no los condena. Soy católica de nacimiento, mala practicante. Tengo una gran admiración por Santa Teresa de Jesús, en muchas ocasiones hago mías sus propias máximas, porque además me ayudan en mi vida personal. Pero no soy de ninguna manera fanática.
-Hablando de máximas, hay una de la China Mendoza: "Hay una dualidad maligna para la mujer mexicana: se les quiere santas, pero se les desea impuras". ¿Qué opina?
-¡No, no, no! Respetando lo que ella dice, yo creo que las mujeres tenemos una gran dignidad, una gran capacidad, y lo que tenemos que hacer es sabernos valorar, reconocernos que somos capaces de sacar adelante las tareas que nos encomiendan y los retos que nos proponemos.
Josefina Vázquez
Desarrollo Social
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