Un mundo mejor

AutorLaura Esquivel

Hace algunos años, Bob Dylan, en voz de Peter Paul & Mary, lanzó al mundo una interrogante: ¿Cuántos caminos debe recorrer un ser humano antes de ser llamado hombre?

La respuesta sigue flotando en el aire y yo quisiera ahora que iniciamos un nuevo siglo preguntar ¿cuánto tiempo ha pasado desde que el hombre conquistó el fuego? Demasiado.

Demasiado camino se ha recorrido desde que el ser humano dejó la recolección, la vida nómada y la depredación meramente instintiva. Demasiado tiempo ha pasado desde que organizamos rituales sociales, familiares y personales para recordar a cada momento que la vida tiene un sentido. Y mucho tiempo ha pasado ya desde que aprendimos a transformar los alimentos naturales en platillos suculentos y altamente civilizados. Fue alrededor del fuego donde se dio ese paso fundamental que nos diferenció para siempre de la naturaleza salvaje, del puro instinto. Gracias a su utilización, se pudo transformar un vegetal o un trozo de carne cruda en alimento cocido. Con la conquista del fuego, el hombre convirtió un acto elemental de supervivencia en algo superior. El fuego civilizador, actuando al servicio del deseo humano, logró la creación de texturas, de proporciones, de combinaciones, que a la manera de la ciencia y el arte, le dieron un sentido a la actividad alimenticia. El sentido mismo de la historia: la búsqueda del bien. Todo acto gastronómico es un acto comunitario ya que siempre se trabaja para el bien del otro, aunque en algunos casos ese otro sea uno mismo. Es un acto que busca compartirse para resultar pleno.

En la cocina hay historia que se ha amasado, adobado, macerado, reposado, serenado, al calor de la vida vivida por nuestros antepasados. Por ello toda gran cocina es el producto de una tradición y representa el gusto de muchas generaciones heredado a través de un acto sensible, de un acto ritual. Me pregunto cuántos caminos se anduvieron, cuántos encuentros se dieron, cuántas conquistas tuvieron que pasar antes de que el jitomate americano y los fideos chinos llegaran a Italia y surgiera el espagueti? ¿O el chocolate americano llegara a Europa y sedujera los paladares de los suizos?

¿Cuántos días y noches alrededor del fuego hay atrás de cada uno de los platillos de la comida china, francesa, italiana, mexicana o de cualquier parte del mundo? ¿Se imaginan cuántos conocimientos, cuántos sueños, cuántos deseos, cuánta poesía encierran? ¿Cómo puede entonces hablarse de competencia o leyes de mercado frente...

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