Un mundo nuevo

La juventud es tiempo de formación. Formación básica, tiempo de poner los cimientos para lo que será la obra de toda una vida: la maduración de la personalidad. Es ésta una tarea concreta que concierne a cada joven: se trata de su vida, de su personalidad, de su acción en el amplio marco de la sociedad a la que pertenece.

Nadie puede ahorrarle el esfuerzo de formarse y madurar. Nadie puede sustituirlo en la llamada a vivir su vida. Quien tratara de hacerlo se engañaría a sí mismo, y engañaría a quien ha de formarse, como esos padres que, pretendiendo resolverles todos los problemas a sus hijos, terminan por infantilizarlos, haciéndoles incapaces de tomar por sí mismos una decisión...

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