Mundo rasgado

AutorAriel Magnus

Seguí el recorrido del mapa pero no volví a entrar a ningún lugar, tampoco pasé por todas las mueblerías marcadas, un detective debe confiar en su poder de inducción, además estábamos arriba de los 35 grados, almorcé un buen pedazo de carne y me tomé el subte de vuelta, tenía las piernas a la miseria.

Despatarrado en el asiento, las gotas de sudor corriéndome por la espalda, descubrí que los vagones del subte eran chinos, al menos los cartelitos de prohibido fumar estaban en ese idioma, me pregunté cuántas otras cosas chinas habrá subterráneas en Buenos Aires y traté de contestarme imaginando cómo sería la ciudad si le quitaran todas las cosas de ese origen, no sólo los negocios sino también objetos como las cámaras digitales y los ceniceros de vidrio, los reproductores de mp3 y las zapatillas de marca Niki, la vajilla de losa blanca y las pistolas de plástico, la camisetas no oficiales del seleccionado argentino, los decodificadores para los canales porno, las bolsas de los supermercados, las sillas de jardín.

Realmente me habría gustado saber qué hubiera pasado si de pronto todo lo chino se declaraba en huelga, y ya no pensaba en Buenos Aires sino en el mundo en general, mi sensación era que nuestra vida se hundiría instantáneamente en el caos, de seguro que la mayoría de las cosas que usamos diariamente o viene de China o tiene alguna parte Made in, si los yanquis fueran al paro tendríamos algunos problemas de comunicación por falta de satélites y si los huelguistas fueran los europeos nos quedaríamos sin cine de autor por un rato, pero si los que pararan fueran los chinos se pararía el mundo, pensado así no quedaban dudas acerca de quién era la verdadera potencia mundial. Potencia en el sentido de potencial, claramente al mundo no lo domina el que tiene la capacidad práctica para hacerlo sino el que sabe usar inteligentemente la de los demás en su propio beneficio, si todos los pobres entran en huelga el planeta se colapsa y no por eso son ellos los que llevan las riendas del asunto, esa es la gran paradoja que el comunismo quería solucionar, pero las paradojas no tienen solución, esa es la mayor paradoja.

Igual no sé qué hacía yo pensando en esas cosas, se ve que ese día estaba para enmendar todos los problemas del mundo, desde los boicots antichinos pasando por el misterio de los incendios hasta los enigmas más conspicuos de la política internacional, en el arte de la opinología lo difícil es dar el primer paso, después no hay quién...

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