Navidad al natural

AutorHaydé Murakami

Hay todavía mucha gente que piensa que es mejor comprar un árbol de Navidad artificial para no afectar los bosques, sin embargo, la Comisión Nacional Forestal asegura que esto se debe a la falta de información de los ciudadanos bienintencionados, pues una manera de proteger los bosques consiste en estimular el cultivo de árboles de Navidad en todos los sitios propicios para su desarrollo comercial.

Además, en México, la mayoría de los árboles de Navidad ya no proceden de los bosques naturales, sino de plantaciones y viveros especializados que los particulares establecen para abastecer la demanda creciente de este producto.

Tan sólo en la Ciudad de México y áreas aledañas se asienta el 90 por ciento de los productores especializados en este arbolito de temporada, (que junto con los del Estado de México producen el 80 por ciento de la producción nacional), y los más solicitados son aquellos que ofrecen a los clientes internarse en sus pequeños o grandes terrenos para elegir su propio ejemplar, cortarlo, asegurarlo al toldo del auto y llevárselo a casa, como sucede en viveros del Ajusco, Amecameca, Tlalmanalco, Amanalco, Valle de Bravo y Villa del Carbón.

Tan sólo en el Estado de México se ofertan 175 mil árboles procedentes de 276 plantaciones ubicadas en mil 623 hectáreas. La plantación más grande está ubicada en Amecameca, tiene 180 hectáreas y se llama Bosque de los Arboles de Navidad. Este es uno de los lugares favoritos de los capitalinos para ir a conseguir el suyo. Los árboles que se pueden encontrar en este lugar son de tipo pino Vikingo (especie desarrollada por los técnicos de este bosque) y abeto Vikingo Canadiense, comúnmente llamado Douglas (como el que se importa de Canadá). Ambas especies se reproducen únicamente en este bosque.

Desde este lugar se tiene una imponente vista a los volcanes y se ofrecen también paseos ecológicos panorámicos, y en la histórica Hacienda de Panoaya, ubicada a dos minutos del bosque, también están el Museo de Sor Juana Inés de la Cruz, el Paseo Encantado de Juana Inés, el Museo Internacional de los Volcanes, el parque de los Venados Acariciables y el Restaurante El Castillo de los Venados, donde, paradójicamente, se pueden comer platillos elaborados con la carne de uno de estos "acariciables" animales.

Otras opciones

Para los menos románticos, para los que no tienen tiempo o para los que de plano tienen flojera de ir a cortar un árbol con sus propias manos, también está la opción de comprarlos ya...

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