'No sé por qué vivo'

AutorÁngel Villarino

Corresponsal

PHNOM PENH, Camboya.- En un suburbio sin asfaltar a las afueras de la capital camboyana vive y trabaja la única mujer que puede contar cómo era por dentro la más cruel de las cárceles levantadas por los Jemeres Rojos: Toul Sleng, una escuela convertida en campo de exterminio donde entraron más de 14.000 personas, de las que sólo 7 salieron con vida.

Chim Math tuvo la suerte de escapar del destino que le habían reservado los carniceros de Pol Pot: las fosas comunes donde se ejecutaron a cientos de miles de personas a palos, machetazos o golpes en la nuca.

Ironías del destino, esta explanada pantanosa llena de esqueletos está ahora a tan sólo 4 kilómetros de su casa. Transformado en mausoleo y bautizada con el nombre de una famosa película sobre la revolución jemer ("Killing Fields"), hoy se cuenta entre los principales destinos turísticos del país.

La vida de Math resume la historia de Camboya y la de una de las peores tragedias del siglo 20: la del genocidio orquestado en los años 70 pasados por el régimen comunista de los Jemeres Rojos, liderados por Pol Pot. El terror de los Jemeres, que querían implantar un régimen comunista totalmente puro, dejó casi dos millones de víctimas o un tercio de la población camboyana. Algunos fueron asesinados acusados de delitos tan increíbles como haberse lavado las manos, considerado por algunos oficiales comunistas como un vicio burgués e imperialista.

Chim Math no lo sabe, pero los supervivientes del Holocausto nazi llevan décadas hablando de sus experiencias traumáticas, dando conferencias, escribiendo libros, recogiendo medallas y aplausos. Una forma de mirar al pasado muy diferente a la de esta camboyana que ha mantenido en secreto su estancia en el campo de exterminio de Toul Sleng durante casi 30 años, hasta hace tan solo algunos meses, cuando decidió ofrecer su testimonio en el juicio que en estos días se le sigue a cinco líderes Jemeres Rojos.

"Tenía miedo de contarlo, pero mi familia me convenció para testificar. Muchas de las cosas que vi no puedo recordarlas porque son demasiado atroces", asegura a REFORMA.

"En 1974 yo tenía 17 años cuando me alisté a la guerrilla. Los Jemeres llegaron a mi aldea de Kampong Thom y me reclutaron, junto a otras 20 mujeres". Así comienza la narración que hace esta mujer de 50 años, que suspira cada diez frases, haciendo un enorme esfuerzo por recuperar la memoria.

Durante meses, Math fue entrenada por los guerrilleros, que después la destinaron a...

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