Un Estado no tan laico

Añejas demandas de la Iglesia se han cumplido en las últimas fechas, entre ellas un mayor espacio en los medios y una participación más activa en las políticas sociales. El gobierno, a su vez, refrenda su interés por contar con la colaboración de agrupaciones de inspiración católica en la lucha contra la pobreza. Ante este escenario, gobierno y sociedad deben replantear su concepto de laicidad, propone el investigador Bernardo Barranco.

A más de cuatro meses de haber comenzado el gobierno panista, la maquinaria para reposicionar la presencia católica en el ámbito político y social ya se ha echado a andar.

Algunos puntos de la vieja agenda católica hoy son hechos verificables: acceso libre y mayores espacios en los medios de comunicación, participación directa en las políticas de educación pública y la posibilidad de acceder a los presupuestos federales para apoyar el combate a la pobreza son espacios consolidados para una Iglesia que hoy convive con un nuevo gobierno cuyo Presidente ha refrendado públicamente su fe católica.

"Lo que busca la Iglesia Católica es avanzar en las reformas constitucionales en torno a la libertad religiosa, y posicionar aún más la hegemonía católica. No es que quiera llegar a un Estado confesional anterior a 1857, pero sí quiere privilegios. Desean subsidios, apoyos, mayor cobertura y seguridad", advierte el investigador Bernardo Barranco.

"La Iglesia es un tren que va en camino, es una locomotora que está antes del 2 de julio y que se echó a andar desde antes de las reformas de 1991", recuerda el especialista en temas religiosos:

"Hay un crecimiento político de la Iglesia Católica que, más que por méritos propios, hay que recordar que el gobierno mismo se lo ha facilitado. Y no sólo el panista, que quizá hoy se trasmite de manera natural. Pero estamos hablando de los últimos dos gobiernos priistas. Y no sólo ellos sino los partidos, en la medida en que la Iglesia se ha convertido en una especie de botín simbólico. Ahora me da mucha risa cuando se desgarran las vestiduras e invocan a Juárez, cuando ellos mismos han propiciado que en este momento tengamos una nueva andanada radical y una nueva presencia política católica".

Los riesgos, dice el historiador, "son que los funcionarios católicos abusen de sus puestos públicos y experimenten amistades y redes con los grupos y la jerarquía católica que cambien la perspectiva, que haya una regresión conservadora en materia educativa y que haya una recesión moral".

De ahí, quizá, que ahora mismo el gobierno y la sociedad deberán plantear el tema de la laicidad: "Para mí es el tema central, el qué entendemos por un Estado laico cuando tenemos un Presidente católico, un gabinete que en su mayoría viene de una experiencia...

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