NOCHE Y DÍA / Fans de Twitter

AutorSergio González Rodríguez

Cada vez que surge otra plataforma en el vértigo de las nuevas técnicas de la información y la comunicación, se desatan sus posibilidades de uso cultural. Y se escuchan loas en nombre de los cambios e hitos históricos que la tecnología nos regala. Escépticos: absténgase por favor, cancelen su oficio de aguafiestas en el festejo de lo nuevo. Sí, pero hay que recordar los versos del clásico: el tiempo, autor de representaciones, en su microchip sobre el viento armado, sombras suele vestir de bulto bello.

En estos años, hemos visto emerger y volverse cadáver veloz a folletones por internet, arte por vía de teléfonos móviles, obras epistolares a partir del correo electrónico, performances musicales con el iPod, películas o ensayos fotográficos logrados mediante un iPhone y vertidos en Youtube para beneplácito de audiencias planetarias vueltas humo, proyectos novelísticos en Facebook, criptogramas a través de Messenger, relatos, aforismos o palíndromos por entregas de 140 caracteres mediante Twitter, qué se yo.

La ultracontemporaneidad es generosa porque trae consigo ilusiones de rozar lo eterno, enriquecerse, convertirse en gente famosa a nivel global o pasar a la Historia como el Andy Warhol de la era de internet. O, por lo menos, disfrutar que se tiene, al fin, así sea por un momento, un millón de amigos: sentir a pulso de tecla el furor de multitud de seguidores. ¡Wow! 3 mil, 6 mil, 19 mil, 37 mil. Ya basta de mantener cotos de poder y lectores mínimos, lo de hoy mide su valor en cantidades de seis dígitos en adelante. Y todo en "tiempo real", un tiempo que es más tiempo que el consabido, gracias a la tecnología (y los proveedores de servicios).

Fantasías tan vivas están vigentes entre los jóvenes que rondan los 40 años, o entre los que crecieron con internet en los años 90 del siglo pasado. También entre algunos de mayor edad cuya adolescencia crece conforme tienen más edad para dicha de todos.

La esfera transmediática, de la que internet ha sido su heraldo, atrapa a...

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