Noche y Día/ La Fe Anti-Intelectual

AutorSergio González Rodríguez

La tendencia ideológica dominante en el México de la actualidad es el anti-intelectualismo. Allí subyace un estado de ánimo y una respuesta primaria -casi fisiológica- antes que una ideología. Y una ideología plena de prejuicios más que un razonamiento partidario.

En términos generales, el anti-intelectualismo lo pueden compartir personas de izquierda o de derecha, que ejerzan o no el poder, laicos o religiosos, jacobinos o creyentes, y suele anidar en ciertas élites, en las clases dirigentes o en periodistas adláteres que encuentran digno de riesgo a todo aquel o aquella que lee o escribe, que respeta los libros, que tiende a mejorar su vida a través del estudio, la enseñanza y el trato con sus semejantes en torno de la cultura. Tal fobia se vuelve fanatismo cuando se llega a caricaturizar la vida intelectual hasta el grado de creer que la caricatura es el retrato fiel de la realidad.

Al contrario de la tendencia filosófica que señala la preeminencia de los fenómenos intelectuales por encima de los de cariz voluntarista y afectivo, la fe contra los intelectuales acude a una práctica irracional por excelencia: atribuir todos los males de la sociedad a éstos, su discurso, sus escritos e, incluso, su existencia misma, ya que como se ha llegado a decir, a veces los intelectuales carecen de un "modo honesto de vida". Se trata de un enfoque policiaco y afecto a creer en un complot del intelecto que hay que eliminar por las buenas o por las malas.

Asimismo, los intelectuales resultan culpables de que la gente no lea, porque con sus presunciones y sus obras por encima del ciudadano común -la medianía, pues- han alejado a las personas del hábito de la lectura. Qué estorbo -dirán- Ramón López Velarde, José Gorostiza, Jorge Cuesta, Salvador Novo, Rosario Castellanos, Juan Rulfo, Octavio Paz.

A lo largo del extinto Siglo 20, la cultura mexicana registró episodios culminantes de fobia hacia los intelectuales. Se puede recordar que dichos momentos tuvieron que ver con litigios de élites creadoras o resentimientos de poder. Allí están las declaraciones oprobiosas de los estridentistas de los años veinte contra los "asaltabraguetas literarios", que no eran otros que los escritores del grupo Contemporáneos, a los que se acusaba de falta de virilidad ante el desafío nacionalista.

Los seguidores de José Vasconcelos también padecieron, hacia finales de aquella década y aún después, los embates del furor postrevolucionario y la inquina de los portavoces del...

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