Lo normal y lo ideal

AutorCecilia Rosen, Karla Garduño y Ernesto Núñez

La epidemia de influenza mostró las carencias en salud, ciencia, información gubernamental, economía, educación y organización política. Al mismo tiempo, la emergencia creó situaciones extraordinarias como la cooperación entre autoridades de los tres niveles de gobierno y diferente signo político, y la generación de una conciencia social para evitar el contagio. Hoy, que se habla del regreso a la normalidad, ocho especialistas cuestionan los vicios que en México se han vuelto "normales".

'Nos falta ciencia'

Juan Ramón de la Fuente

Ex secretario de Salud

Ernesto Núñez

Hablar de regreso a la normalidad no es atinado. La alerta sanitaria debe mantenerse y deben hacerse cambios de fondo

Juan Ramón de la Fuente considera inaplazable un análisis profundo y crítico de lo que funcionó y lo que falló en el sistema de salud antes de la emergencia y durante el desarrollo de la misma.

Tras ese análisis, debe llevarse a cabo una serie de cambios de fondo que requiere el país, principalmente en ciencia y tecnología

¿Cuáles son las principales deficiencias y fortalezas del sistema de salud evidenciadas antes y durante la emergencia por la epidemia de influenza?

El Sistema Nacional de Salud cumplió bien en muchos aspectos y mostró también limitaciones. Entre los primeros destaca que el Sistema de Vigilancia Epidemiológica empezó a detectar con oportunidad un repunte de casos clínicamente sugestivos de influenza fuera de temporada, es decir, en meses en los que ya la influenza estacional que ocurre todos los años debía haber concluido. Se ha dicho que no todas las entidades federativas reportaron a tiempo los casos. No lo sé. Pero el boletín de la propia Secretaría de Salud, que se emite semanalmente, muestra que sí se registró un incremento de casos clínicos sospechosos a partir de la última semana de marzo. Ese comportamiento atípico desde el punto de vista epidemiológico generó la alerta. Aparece entonces una primera limitación, que es no contar con un laboratorio capaz de tipificar específicamente el virus. Simultáneamente circulan muchos virus de influenza, de diferentes tipos y subtipos. Cuando se sospechó que las neumonías que llegaban a los servicios de salud eran atípicas, se enviaron muestras a dos laboratorios, uno en Atlanta y otro en Winnipeg. Cuando se tuvo el resultado del laboratorio y la certeza de que se trataba de un virus nuevo, se pusieron en marcha las medidas ya conocidas, tanto por parte del gobierno federal como del gobierno de la ciudad. Esa decisión fue correcta. Estábamos frente a un virus desconocido, no se sabía qué tan agresivo sería y con qué velocidad podía propagarse.

¿Cree que se actuó adecuadamente antes de que se hicieran públicos los casos de neumonía atípica?

El Sistema de Vigilancia Epidemiológica capta los casos que llegan a los servicios de salud. Sin saber a ciencia cierta cuál es la causa, no hay muchos márgenes. Se enviaron las muestras y se notificó a la OMS.

Nos faltó ciencia. Ciencia para poder hacer de inmediato los estudios que nos hubieran permitido saber si la composición genética del virus era, como eventualmente supimos, diferente a los virus de la influenza previamente conocidos. En los últimos años se han descrito varios nuevos subtipos de influenza que pueden surgir a través de la transmisión directa de virus que afectan fundamentalmente a animales, mediante lo que se conoce como un rearreglo de genes, algunos provienen de las aves, otros de los puercos, y otros más son mixtos, como el A(H1N1), que tiene componentes aviarios, porcinos y humanos. Sin conocer la naturaleza genética del virus (el subtipo), lo que hay son más preguntas que respuestas: ¿se debe vacunar con las vacunas existentes para la influenza estacional a la población no vacunada?, ¿sirven los antivirales?, y como ésas muchas otras preguntas a las que sólo puede responder la ciencia. En México la ciencia ha estado marginada desde hace mucho tiempo. Si hubiera habido más ciencia al alcance de nuestro sistema de salud, es probable que la estrategia sanitaria hubiera variado.

¿Cómo califica la acción del gobierno federal y del sistema de salud a partir del 23 de abril, cuando se declara la alerta?

Se adoptan todas las precauciones que deben tomarse frente a un virus desconocido. En México y en el mundo circulan todo el tiempo diversos tipos de virus de la influenza, algunos más malignos otros más benignos; unos tienen un potencial de daño global mayor que otros, y es precisamente la identificación de un virus transmisible con un rearreglo genético hasta entonces no conocido lo que dispara la emergencia sanitaria tanto a nivel nacional como internacional. La Organización Mundial de la Salud sigue de cerca el desarrollo de los brotes epidémicos. La Secretaría de Salud cumple con el reglamento sanitario internacional: informa, emite la voz de alarma. La OMS también reacciona con base en los lineamientos que tiene previstos para estos casos: mueve la alarma de 3 a 4 y luego a 5 en la escala convencional de 1 a 6. Ahora, a dos semanas de distancia, parece ser que el virus A(H1N1), al que todavía le falta un nombre más específico que lo diferencie de otros que también son H1N1, pudiera no ser tan agresivo, pero aún se desconocen muchos aspectos de su comportamiento tanto en individuos como a nivel de poblaciones. ¿Vendrán nuevas ondas, como suele ocurrir? No se puede descartar.

Un problema presente desde el inicio del brote epidémico, que se ha ido corrigiendo en el curso de los días, ha sido el de la comunicación. Explicar con claridad para mantener la credibilidad. Al no contar con el laboratorio desde el principio, no pudieron confirmarse ni descartarse los casos que llegaban a los servicios de salud con neumonía atípica, y esto generó una lamentable confusión, que sólo empezó a corregirse cuando se montaron las pruebas de laboratorio mediante la reacción de la polimerasa en cadena (PCR). Esto ocurrió hasta que llegaron a México equipos y reactivos. Entonces se pudo empezar a poner orden en las cifras. Cuáles realmente eran positivos para este nuevo virus y cuáles no. Además, ahora sabemos que en poco más de 70 personas que fallecieron en esos días no se tomaron muestras para enviar al laboratorio y no se hicieron estudios postmórtem. No sabemos ni sabremos si fueron víctimas del virus o no.

¿Qué medidas...

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