La nueva trinidad de Israel

AutorCarla Guerrero

Enviada

El viajero puede caer en el hartazgo ante las constantes revisiones que se enfrentará cuando visite Israel. Las medidas de seguridad lo perseguirán a la entrada de los centros comerciales, restaurantes, hoteles y aeropuertos.

Amablemente, el guardia te pedirá abrir tu bolsa. Después de verificar que no portas ningún explosivo, se limitará a decir "gracias", o más bien, "todah", en hebreo. Entonces podrás continuar tu viaje rumbo a Jerusalén para hacer turismo religioso, a Tel Aviv para mirar los 4 mil edificios de estilo Bauhaus o hacia la ruta histórica de Massada, Akko y Cesárea.

No hay distinción entre locales y turistas. La seguridad es una primicia en Israel. Aunque si somos francos, esto es lo menos que se espera de un país que hace unos meses estaba en guerra. Uno pensaría encontrarse con tanques militares, edificios dañados y paranoia entre la población, pero no existe nada de esto, en parte porque el gobierno destina un alto porcentaje de sus ingresos para la reconstrucción por daños de guerra. Y también porque los israelíes, dicen, están acostumbrados a vivir así.

La vida continúa y el conflicto con Líbano se suma a la larga lista de contrariedades que ha vivido Israel mucho antes de haberse constituido como Estado en 1948. Pese a su situación hostil, las ciudades no pierden su dinamismo, los desiertos se siguen reverdeciendo con tecnología, y las ciencias médicas y de telecomunicación siguen a la vanguardia en inventos y adelantos.

El viajero, pues, queda a merced de un país seguro para circular con carreteras modernas que conectan el norte con el sur en ocho horas, desde Jerusalén hasta el desierto del Neguev, pasando a la lejanía por los enclaves palestinos de Belén y Ramalá, que están bardeados.

Cualquier ruta que elija en el mapa estará asegurada por la experiencia de los guías de turistas y una infraestructura de buen nivel para todo tipo de viajero.

  1. Fantasía submarina

    El buceo arqueológico es una de las novedades que el viajero debe experimentar en su visita a Cesárea. Sumergido en las aguas cálidas del Mar Mediterráneo, podrá apreciar los grandes bloques de concreto que sostuvieron las columnas romanas, encontrar los restos de alguna ánfora bizantina o contribuir con algún hallazgo arqueológico entre corales y peces.

    El Parque Nacional de Cesárea, cerca de Tel Aviv, cuenta con tiendas, cafés, restaurante y un club de buceo para practicar esta aventura.

    También tiene un museo que reconstruye la Cesárea herodiana...

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