#Nuevas mesas
Autor | Teresa Rodríguez |
Cuando se trata de comida, a algunos también les gusta estrenar. Van cuatro restaurantes para su agenda
PISCO
Thiers 232, Anzures 6307-6399
Ma a Sá de 13:00 a 23:00, Do y Lu de 13:00 a 18:00
Cheque promedio: $650
Instagram: @piscogrill
Cierto, este restaurante ya existía en el panorama chilango, pero fue totalmente remodelado y su carta reestructurada nada menos que por la chef Yérika Muñoz. Ahora, el espacio es más abierto, con un aire casual y algunas frases que remiten a la clásica cebichería peruana.
Éste es un sitio ideal para los que quieren disfrutar auténtica cocina peruana a precios razonables. No hay como empezar con un cebiche clásico o una causa acebichada para seguir con un lomo a lo pobre (frijol, arroz, filete salteado al wok, huevo estrellado y plátano dominico) y finalizar con un dulce suspiro limeño.
Para beber, por supuesto, pisco sour, en la versión tradicional o con maracuyá.
BRICK
Orizaba 95, Roma Norte 5207-3661
Lu a Sá de 8:00 a 2:00 Do 8:00 a 18:00
Cheque promedio: desayuno $300; comida y cena $850
Instagram: @brick_hotel
Grupo Carolo logró lo que parecía imposible: el mítico hotel Brick está de vuelta totalmente remodelado. Su oferta gastronómica, confortable y con acento mexicano, fue orquestada por el chef César de la Parra. Más de un platillo en su carta hace agua la boca; entre los imperdibles el abulón rasurado y el robalo confitado.
Mención aparte merece la amplia selección para compartir: tuétanos, panuchos, huaraches, gorditas y opciones vegetarianas, como la tártara de sandia y los tacos de berenjena, abren apetito e invitan a pedir otro trago.
Después del atardecer y para disfrutar los digestivos y la conversación en otra atmósfera, múdate a su speakeasy subterráneo: The Cave, donde hay coctelería y botanas.
HOTARU
San Isidro 44, Reforma Social
8022-2325
Lu a Ju de 13:00 a 23:00; Vi de 13:00 a 00:00; Sá y Do de 13:00 a 1:00
Omakase $589 y $889, sin bebidas
Instagram: @hotarumx
Su nombre significa luciérnaga en japonés y abrió hace un par de meses. Aunque hay mesas, ninguna experiencia se compara a la de ocupar un lugar en la barra para mirar a los cocineros moldear el arroz, pincelarlo con nikkiri...
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