Obras contra árboles

AutorAlejandro Aguilar

Foto: Carlos Figueroa

En la zona donde es construido el Deprimido Mixcoac, alguna vez existió el Río Churubusco. En la década de los 60, el gobierno del Distrito Federal lo entubó para construir una avenida y, a partir de entonces, por ahí sólo fluyen vehículos automotores. Aun así, durante décadas hubo más de mil árboles que daban sombra, vista y aire a la zona, hasta que una nueva administración -ahora de la llamada CDMX- decidió talar más de la mitad de esos ejemplares para privilegiar, de nuevo, el flujo vehicular.

La obra es un caso paradigmático de las edificaciones que ponderan el uso del automóvil sobre los recursos naturales.

Desde 2014, la zona se ha transformado. Las áreas verdes se reducen, conforme avanza una obra cuestionada por su efecto en el medio ambiente y falta de transparencia.

En julio de 2015, la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad señaló deficiencias en la Manifestación de Impacto Ambiental emitida por la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema).

Los investigadores determinaron que las medidas de compensación por la tala de árboles eran insuficientes, pues sólo representaban el 1 por ciento del presupuesto total invertido en la obra.

Además, de los 855 árboles que serían derribados, las especies de 611 están protegidas por leyes locales o federales, entre las que destacan el fresno, el cedro y el ahuehuete, cuya tala sólo puede ocurrir si están muertos o ponen en riesgo a la población. También hallaron inconsistencias entre el número de árboles talados y los trasplantados.

Desde que comenzó la obra, surgieron protestas vecinales con mensajes como "No a la tala"; "Movilidad sí, ecocidio no"; "No al túnel, sí a los árboles"; "Más áreas verdes, menos cemento". Aun así, los árboles fueron talados, y el Deprimido podría inaugurarse en los próximos meses.

En esta Ciudad, que justo acaba de vivir tres días consecutivos de contingencia ambiental, las autoridades permiten que sean talados 15 árboles cada día, para construir vialidades, plazas comerciales o torres de vivienda.

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Algunos de los mensajes aún permanecen en la zona de Mixcoac: "No me mates", se lee en listones enrollados en los troncos de los árboles que siguen en pie.

Antes de que la mayoría de los árboles fuera derribada, los vecinos organizaron protestas, recorridos en bicicleta, campamentos de día y noche, abrazos colectivos a los troncos y ofrendas por los árboles muertos.

Desde febrero de 2015, cada semana vecinos y autoridades de las secretarías de Gobierno, Medio Ambiente y Obras y Servicios de la CDMX se han sentado para negociar. La autoridad argumenta haber incorporado 18 propuestas de vecinos.

La secretaria de Gobierno, Patricia Mercado, se comprometió de manera verbal a no talar 300 árboles, de los 855 contemplados en el proyecto.

Los vecinos, sin embargo, argumentan que las autoridades no respetaron el acuerdo. De un conteo que ellos realizaron, registraron la existencia inicial de mil 159 árboles. Con el compromiso gubernamental, deberían quedar en pie 559, pero en su nuevo conteo registran sólo 326, por lo que acusan que ya fueron derribados 233 más de los que reconoce la autoridad.

La obra ha requerido incluso la presencia de fuerzas policiales para poder continuar.

El incidente más reciente ocurrió el 4 de abril, cuando dos vecinos simularon amarrarse a dos árboles que serían talados. Juan Carlos Durán, integrante del Frente Vecinal Poniente, relata que aprovecharon la hora de la comida de los obreros para protestar. Dos vecinos simularon atarse y uno registró las imágenes.

Ese día se habían talado 10 árboles más...

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