Ofrecen sueño de felicidad y confort

AutorAlex Dorfsman

¿Había llegado a la tierra prometida? Probablemente se trataba de un suburbio en Texas, aunque la estructura urbana me remitía más a una ciudad nueva en donde el núcleo es un centro comercial y una larga carretera que se divide en caminos más angostos, creando perennes embotellamientos.

Esto fue un indicador de que seguía en la extensión del territorio caótico de la Ciudad de México, y lo confirmaron los abundantes espectaculares publicitarios -aunque de pronto algunos anunciaban productos desconocidos para mí y con frases en inglés-, y algunos materiales del "pasado" abandonados y oxidados, reliquias de un mundo antiguo que alguna vez existió ahí.

Pero conforme continué mi expedición, me di cuenta de que en este territorio podía experimentarse el poder de la ubicuidad, y podía pasar de un mundo a otro sin desplazarme demasiado.

Estando en México podía estar en San Diego, o bien Miami, o tal vez McAllen, y con suerte en una campiña inglesa diseñada artificialmente para jugar golf.

Santa fe es una Disneylandia arquitectónica en la que dependiendo del mundo que se compra, se tiene una experiencia distinta correspondiente a su diseño, aunque el fin siempre es el mismo, la realización de un sueño de felicidad, confort y seguridad.

Lo primero que surge es una serie de torres blanquísimas y pulcras que contrastan con series repetidas de rectángulos verdes transparentes, la visión fue muy familiar, y entendí que estaba ante uno de los modelos matrices de la infinidad de edificios que crecen como por generación espontánea en la Ciudad de México, de esos que denominan "tipo minimalista".

Al mismo tiempo, la cantidad de imágenes de dicha arquitectura que he observado en las revistas me hicieron sentir dentro de un set de fotografía o de cine. Pero al subir a una de las torres, después de un trayecto de confusión entre letras y códigos, me di cuenta de que a los escenógrafos no les había dado tiempo de construir los dioramas adecuados para cada ventana, y desde las alturas podía observarse la caótica convivencia del resto de los sets que rodean la zona, en la que ningún elemento corresponde con el otro. Cada "director" se preocupó por cuidar la verosimilitud del entorno de su propia filmación, sin importar si justo debajo de su plataforma de pasto verde y brillante existía un mundo salvaje de cascajo y maleza seca.

Lo importante es controlar las fronteras, ignorar lo que sucede fuera de ellas, y mantener bien administrados los recorridos de los...

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