El Ojo Breve / El gusto del racismo

AutorCuauhtémoc Medina

Kara Walker, Museo de Arte Carrillo Gil, Ave. Revolución 1608, San Ángel. Ma a Do de 10:00 a 18:00 h. Hasta Julio 7

Por una curiosa coincidencia, la primera exhibición de Kara Walker en este país ha coincidido con un tiempo de tensiones entre México y los Estados Unidos en torno al significado de los estereotipos de representación racial. En las últimas semanas los políticos y los medios mexicanos se han topado con una consecuencia de la globalización: la fricción entre los diversos estándares en torno a los usos de la cultura y el lenguaje.

Tanto las desafortunadas declaraciones esclavistas de Fox, como las protestas que en los Estados Unidos ha provocado la celebración de una imagen tan evidentemente racista como es Memín Pinguín, han puesto en evidencia la centralidad que la indulgencia racista tiene en el nacionalismo criollo-mestizo. En ambos casos, ha sido instructivo ver cómo la diferenciación racial enmarca las afirmaciones nacionalistas locales, que llegan a defender una representación simiesca y degradada de un niño "negro" como parte de "lo mexicano".

En cualquier caso, a nadie parece alarmarle que en México una imagen como Memín Pinguín haya circulado sin cuestionamiento por seis décadas, antes y después de las luchas de derechos civiles y las batallas de descolonización alrededor del mundo.

Esta extravagante, empecinada e interesada ignorancia acerca de la operatividad de las representaciones raciales, aparecerá aún más obscena a quien visite la exhibición de Kara Walker en el Museo Carrillo Gil, una artista que demanda de su público un grado tal de refinamiento acerca del funcionamiento de los estereotipos raciales para permitirse la malicia de jugar con su completo trastocamiento.

De hecho, desde que hizo su aparición hacia 1996, el trabajo de Walker ha generado controversia entre quienes lo denuncian como una producción cínica que sólo seduce al mundo del arte blanco, y quienes la ven como una de las más acertadas comentaristas del psique estadounidense. El poder de provocación de Walker deriva, precisamente, en la forma en que esta artista afroamericana nacida en 1969 utiliza en su trabajo las más humillantes, brutales y grotescas representaciones racistas, a fin de activar en el espectador la profunda ambivalencia (la mezcla de horror y fetichismo) que define la imaginación racial estadounidense.

Mediante un dispositivo en sí mismo retrospectivo, el uso de siluetas que la artista recorta en papeles y collages, como las que...

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