El Ojo Breve / Rayadísimo

AutorAbraham Cruzvillegas

Existía hasta hace bien poco la idea de que quienes estaban tatuados o usaban aretes eran drogadictos o ex presidiarios, una de dos o ambas. Más recientemente, la tercera opción la dieron los roqueros. Sin embargo, la práctica de estas costumbres es vieja: el vestigio más antiguo de persona alguna incluye en su piel arrugada y reseca un tatuaje.

En casi todas las culturas no occidentales también se han encontrado evidencias de adornos corporales, asociados generalmente a eventos de tipo ritual y/o religioso: perforaciones, escarificaciones y ortopedias estéticas varias. Es sabido que los mayas entablillaban las cabezas de los niños para adaptarlas al estándar de belleza vigente; también incrustaban piedras preciosas en sus dientes, previamente afilados y limados en formas variadas, sin mencionar la provocación de bizcos y estrábicos.

De las costumbres decorativas que sobreviven en la actualidad, relacionadas con ritos iniciáticos, el valor, el dolor y el frenesí místico se hacen presentes en las incisiones y punciones ejecutadas en los recipientes de un don, que podrían emparentarse de manera caprichosa con el éxtasis de los mártires de la fe cristiana -sin juzgar su veracidad- en la sujeción sublime del cuerpo a una transformación simbólica.

En las sociedades contemporáneas, más allá de su carácter cosmético u ornamental, perforarse el cuerpo, tatuarse o marcarse, e incluso hacerse cortes de pelo que no aparecen en los catálogos de las estéticas -valga la ironía-, puede implicar una actitud divergente, o bien una domesticación chabacana de la misma. A menos que el individuo con perforaciones múltiples y tatuado de cabo a rabo pertenezca a una casta polinesia o se exhiba en ferias y side-shows (como el célebre Gran Omi), nos encontramos con personas que han decidido observar sus propios cuerpos de otra manera.

La muestra Señales de resistencia, organizada por la artista de performance Lorena Wolffer, explora con bastante riesgo estos asuntos, sin profundizar en sus extrañas derivaciones hacia las parcelas de la moda, debidas al consumo masivo de lo exótico. El conjunto resulta necesariamente caótico en su diversidad e igualmente es enriquecedor por la cantidad de lecturas probables, en una curaduría que es en sí misma un enunciado estético y una declaración de principios acerca de las instituciones del arte, los formatos, los soportes y las técnicas convencionales del arte actual.

En la muestra conviven obras auditivas -en forma de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR