Ojo Clínico / Esperando a 'la grande'

AutorEnrique Goldbard

No nos referimos a la elección presidencial ni a ninguna lotería, no es una supertormenta ni la madre de todas las guerras. Es la próxima gran pandemia de influenza.

En el año de 1918, poco tiempo después del armisticio de la Primera Guerra Mundial, inició el brote de la llamada "influenza española", epidemia que dejó una estela de muerte que no puede compararse ni de cerca con ninguna otra en la historia de la humanidad, incluyendo al SIDA, además de que este otro flagelo ha requerido de un periodo de evolución mucho más largo.

La influenza del 18 mató en pocos meses a cerca de 40 millones de personas a lo largo y ancho del planeta. Perecieron más de 15 millones tan sólo en la India. Varias islas del Pacífico sur perdieron un tercio de su población en unas cuantas semanas; en Estados Unidos, la mortalidad fue mayor que la suma de víctimas de todas las guerras en las que esa nación participó en el siglo pasado.

Por si fuera poco, las consecuencias a largo plazo resultaron devastadoras, entre ellas habría que destacar el gran número de casos de la llamada entonces "encefalitis letárgica", enfermedad en la que el individuo queda reducido a una condición tal que lo coloca en la frontera misma de la existencia. Esta complicación de la influenza es conocida gracias a la novela Despertares (Awakenings), de Oliver Sacks, misma que sirvió de argumento a la película del mismo nombre, interpretada por Robert de Niro y Robin Williams.

Las epidemias de influenza se han repetido con regularidad en diversas partes del mundo durante el siglo 20; sin embargo, ninguna, afortunadamente, ha llegado a tener las proporciones de la del 18. ¿Qué fue lo que sucedió, por qué tantos enfermos y tanta mortalidad? En realidad, nadie lo sabe.

Una pandemia de influenza ocurre cuando un virus fundamentalmente diferente se hace presente, contra el que por razón de su novedad la población humana no ha desarrollado inmunidad alguna, lo que da como resultado varias epidemias simultáneas en diversas regiones del mundo, lo que a su vez provoca enfermedad y muerte en grandes proporciones. Considerando el incremento en el transporte global, la urbanización y las condiciones de hacinamiento actuales, no resultaría extraño que un nuevo virus de la influenza se diseminara con velocidad aterradora por todo el mundo.

Los brotes de influenza que se dan de manera habitual durante la temporada invernal se deben a cambios menores en las llamadas "proteínas de superficie" del virus, que le...

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