Ojo Clínico / Nuevos viejos fármacos

AutorEnrique Goldbard

En años recientes las compañías farmacéuticas se han visto amenazadas, aunque en realidad los amenazados a fin de cuentas son los consumidores, por el altísimo costo de la investigación y desarrollo de nuevos medicamentos, actividades que, según se dice, pueden representar cientos de millones de dólares por cada droga lanzada al mercado.

Es por ello que dichas corporaciones se han zambullido en las farmacopeas en busca de medicamentos que se conviertan en candidatos susceptibles de ser utilizados en aplicaciones médicas para las que no fueron originalmente concebidos, lo que en la fea jerga de la mercadotecnia se conoce como reposicionamiento, es decir, identificar y desarrollar nuevos usos para drogas existentes.

De hecho, hay ya una base de datos -no es la única- llamada apropiadamente Promiscuous que describe más de 25 mil interacciones entre medicamentos diversos y proteínas relacionadas con enfermedades.

De todo este universo de fármacos destacan algunos de amplio espectro y otros de reducida especificidad, varios que han sido usados desde tiempo atrás y siguen siéndolo, otros que se convirtieron en tabú y muchos que han sido rebasados por la competencia.

Probablemente, la más conocida sea la Aspirina (ácido acetil-salicílico) originalmente un analgésico, pero que fue desplazada por drogas más eficaces y con menos reacciones secundarias y ante la eventualidad de causar algo más que un dolor de cabeza a una de las farmacéuticas...

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