Orgullo skinhead

AutorFrancisco Morales V.

Por la calle de San Jerónimo, a espaldas del Claustro de Sor Juana, en el Centro Histórico, los veteranos se abrieron paso entre la oleada de estudiantes, indigentes de la cuadra y vendedores de chicles y cigarros, como una tropa leal.

Todos a cráneo rapado, con tirantes, mezclillas entubadas y botas Dr. Martens de casquillo: los viejos skinheads mexicanos.

Tras una reja de latón, en lo que antes fue una cancha de futbol, los esperaba ya un estruendo de trompetas de ska en un nuevo bar con escenario llamado, adecuadamente, Decibel.

"Éste ha sido un proceso muy largo, un proceso muy cabrón", reflexionaba, ya adentro, el "Wash", un skinhead memorioso de 47 años, dueño de una barbería sobre República de Cuba.

Ha sido, ciertamente, una batalla larga y aún inconclusa desde que la cultura del skinhead nació en Inglaterra, en 1969, y comenzó a expandirse, gradualmente y a puño limpio, a todo el mundo, incluida la Ciudad de México.

A mediados de mayo, un grupo de diversas corrientes de skinheads, en colectivo, organizaron en Decibel una serie de tocadas, mesas de debate e intercambio de panfletos y fanzines por los 50 años del movimiento.

Ese día, Los Pies Negros, una banda de ska puertorriqueña con 28 años de carrera, héroes de culto en Latinoamérica, encabezaba el cartel. Tras la barra, una montaña de cajas de caguamas apenas aguantaría la legendaria sed de los skinheads.

Nacido como Victoriano Pérez, el "Wash" era el organizador idóneo para un evento como aquél. Su banda de street punk, El Odio Oi!, lo declara frontalmente en uno de sus himnos: "Dices que cambie mi forma de vestir. / Dices que cambie mi forma de pensar. / Dices que cambie mi forma de expresarme. / Mientras haya policía, ¡nunca cambiaré!".

"Aquí a México, el movimiento llegó como en los 80", recordó. "Había puro movimiento punk y empezaron a aparecer skinheads, y la gente decía: 'Estos güeyes rapados... Traen botas, traen tirantes. ¿De dónde salieron?'".

Antes de cualquier otra cosa, insiste el "Wash", era necesario contar la historia completa. Él y los suyos, explicó, han sido objeto de tantos prejuicios -aún lo son-, por lo que es necesario ir al principio: 1969.

"Todo empezó en Inglaterra, como un movimiento de gente trabajadora", situó.

En los 60, la diáspora jamaiquina a Gran Bretaña introdujo la cultura de los Rude Boys, jóvenes de Kingston, amantes de la música ska y rocksteady, que se vestían con trajes elegantes, tirantes y sombreros, y que introdujeron los soundsystems...

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