PLAZA PÚBLICA / Puebla: un diputado incómodo

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

El alcalde de Tlacotepec de Porfirio Díaz, Esteban Gorgonio Merino Mendoza, toma muy a pecho el apellido de ese municipio y actúa como si viviéramos el comienzo del siglo pasado, en pleno autoritarismo porfirista. Desdeña el gobierno colegiado y no cita al cabildo, cuyas decisiones toma él a solas, aunque demanda de regidores y síndicos que simplemente firmen actas de sesiones que no se realizaron o a las que no fueron convocados. También de manera unilateral y con faccioso criterio político otorga o suspende la provisión de servicios municipales según los destinatarios le sean o no adictos.

Para tomar nota directa de esa conducta, el domingo pasado llegó a aquel remoto municipio el diputado José Manuel Benigno Pérez Vega, acompañado por el dirigente del Comité del Pueblo Unido Rafael García Salas y su asesor Hervey Rivera González. Viajaban a bordo de una camioneta tripulada por el legislador, que se ufana de ser buen chofer (ha participado en competencias deportivas), y se percataron de que a la entrada de la cabecera municipal había dos comités de recepción. Uno estaba formado por el regidor perredista marginado por el alcalde de sus funciones en el ayuntamiento, y pobladores que han resentido el mal gobierno de Esteban Gorgonio y reclamaban por eso la presencia de Pérez Vega. El otro lo integraban agentes policiacos, empleados de la alcaldía y Antonio Merino, hijo del presidente municipal. Este segundo comité atacó al primero, para disuadir al visitante de quedarse allí. En nombre de la prudencia, y para no agravar la situación de los habitantes del lugar, que por residir allí quedan expuestos al autoritarismo del edil, el diputado Pérez Vega decidió retirarse. Fue entonces perseguido por la policía local, que finalmente le dio alcance ya en el territorio del municipio vecino, San Miguel Eloxochitlán. El diputado y sus acompañantes fueron golpeados rotundamente. El miércoles que conversé con él tenía el rostro magullado, con hematomas causados por culatazos de armas que después sirvieron para aplicarles una suerte de ley fuga, pues fueron en apariencia dejados en libertad y luego se les lanzó una andanada de la que pudieron salvarse gracias a los matorrales crecidos a la vera del camino. Un camino, por cierto, trágico, pues no lejos de donde fue atacado el legislador un cerro se desgajó y aplastó a 32 personas en julio del año pasado.

Como pudieron, pues se les obligó a abandonar su vehículo, los agredidos llegaron a Tehuacán a la...

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