PÁNICO ESCÉNICO / Teatro y fiestas del Pitic

AutorJosé Ramón Enríquez

La ciudad de Hermosillo, Sonora, cuyo nombre original es Villa del Pitic, acaba de celebrar sus Fiestas. Y desde Fernando de la Mora y Lila Downs, hasta las charlas literarias de Hernán Lara Zavala y Elsa Cross o las conferencias de Francisco Martín Moreno y Rubén Aguilar, hubo de todo. Para quienes hacemos teatro resultan especialmente memorables porque han incorporado con mucho éxito el hecho escénico en su programa.

Organizada por el Instituto Municipal de Cultura, de la alcaldía que preside Ernesto Gándara, en colaboración con la Compañía de Teatro del Norte, de Sergio Galindo, la semana teatral De Península a Península, llevó al Pitic muestras desde Tijuana hasta Mérida, con representación del propio Hermosillo, Sinaloa y la Ciudad de México.

Se inició y se clausuró con los homenajes a dos figuras hermosillenses de la escena, Octavio Galindo, quien falleciera hace tan sólo un año, y Alicia Encinas, quien se encuentra en plena capacidad creativa, como lo demostró al arrancar la muestra con Más encima... el cielo, esa obra de Sergio Galindo que ha recorrido felizmente los escenarios del país, y en la cual borda su personaje de Altagracia, en un mano a mano con Irineo Álvarez, como Fortunato.

Me tocó participar en el homenaje a Octavio Galindo por haber sido su compañero de las primeras horas en la Escuela de Arte Teatral del INBA, horas de decisiones vitales como dejar la carrera de Derecho, en el caso de Octavio, y dar ese salto al vacío que supone el arte en cualquiera de sus manifestaciones. Vivimos juntos ese año crucial del 68 que marcó nuestras vidas y nuestros senderos de una u otra manera. Y precisamente recordé ahí nuestra participación en Los Albañiles, de Vicente Leñero, que se estrenó en el 69 y también marcó un punto de no retorno para el teatro mexicano.

Hablé de Octavio y hablé de aquellas aventuras sesenteras sin saber que tres días después, en la Ciudad de México, moriría otro compañero entrañable de aquellos tiempos: Guillermo Gil, el gran actor que fue, en todos los sentidos, serio, entregado, de impresionantes profundidades, que tenía en Cuautla su punto de partida y su refugio. Va un abrazo para Salvador Sánchez, su hermano, para su familia, y para todos los de entonces que...

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