PÁNICO ESCÉNICO / De LeRoi Jones a Barack Obama

AutorJosé Ramón Enríquez

También podría titularse esta nota "De Amiri Baraka a Barack Hussein", porque LeRoi Jones decidió cambiarse el nombre que le dieron los blancos en su nacimiento por el africano de Amiri Baraka, y éste hace juego con el del primer presidente negro de los Estados Unidos, cuyo segundo nombre es Hussein.

Y a la hora del triunfo de Obama vino a mi memoria la puesta en escena de Rafael López Miarnau, con Emma Teresa Armendáriz y Javier Ruan, de una de las primeras obras de Jones, Dutchman, en un espectáculo del lejano 1968, llamado A ti, hombre.

Trata de un joven negro vejado por una mujer blanca en un vagón del metro, y fue el gran manifiesto teatral del movimiento por el arte negro que protagonizó su autor y que llega hasta hoy. Surgido entre los beats, LeRoi Jones cambió su nombre cuando comenzó en Estados Unidos el Black Power, y al hacerlo cortó con cualquier posibilidad de colaboración interracial.

No he podido documentar si militó en los Blacks Panthers, pero sí que fue cercano a Malcolm X, cuya muerte lo hizo revisar toda su historia. Como Dutchman, en el 68, hizo a varios jóvenes teatreros que ahondáramos más en los anhelos de liberación por los que ya entonces andábamos metidos.

No creo que Amiri Baraka sienta como propio el triunfo de Barack Hussein. Él se ha mantenido, hasta donde sé, en la radicalidad del Black Power. Probablemente sospeche de alguien a quien puede ver como un nuevo rostro del Tío Tom, como suelen llamar a los "colaboracionistas" interraciales o a los negros de alma blanca.

Yo, en cambio, he transitado de mis posturas ácratas de entonces, que justificaban la violencia revolucionaria de los Black Panthers, a mi franca alegría de hoy por el triunfo de Obama. Tal vez aquel joven negro llamado Clay, humillado y ofendido, del montaje que hiciera López Miarnau de Dutchman, me gritara como lo hacía a los viajeros del vagón del metro, hace cuarenta años y enfurecido por las burlas de la mujer blanca: "A ése podría arrancarle el periódico de las manos, así flaquito y bien vestidito como soy, podría arrancárselo de las manos y partirle el cuello. No requiere mucho esfuerzo matar idiotas fofos".

Pero ni Clay, ni Barack Obama, ni siquiera el...

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