PLAZA PÚBLICA / Dos conservadores jaliscienses

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Aunque contó con el invaluable apoyo del ministro Sergio Salvador Aguirre Anguiano, el gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez, perdió la controversia constitucional para evitar que en su estado sea obligatorio administrar la píldora del día siguiente, o de emergencia a las mujeres violadas. No presentó así el asunto. Quiso que la Corte lo viera como una invasión de competencias pues, siendo el delito de violación propio de la legislación local, del fuero común, no tenía por qué interferir la Secretaría de Salud en la regulación de aquel anticonceptivo cuyas reglas se contienen en una norma oficial mexicana.

El conservadurismo católico ha perdido batalla tras batalla respecto de esta norma, que parte del respecto a las mujeres ultrajadas, que deben tener derecho a evitar el embarazo resultante de un forzamiento. A regañadientes, después de pretender su modificación subrepticia, el gobierno federal ha tenido que admitirla, por lo que hoy está vigente. Con socarronería el secretario de Salud opinó que se atendría a las decisiones judiciales sobre la aplicación de la norma, como si ignorara que, cuando más, la sentencia del tribunal constitucional se aplicaría sólo en Jalisco.

No digo que haya, porque lo ignoro, una conspiración del conservadurismo católico en la política, la justicia, los ámbitos legislativos. Pero es claro que al menos se percibe una unidad de propósitos que resulta en la modificación de las constituciones locales para declarar que la vida comienza en el momento mismo de la concepción, con lo que se establece la base para legislar en materia penal en sentido contrario a lo dispuesto por el código penal del Distrito Federal, donde es posible suspender la gestación 12 semanas después de iniciada sin que ello constituya delito. Esa reforma fue combatida por el multimencionado conservadurismo desde diversos ángulos y en todos los casos la conclusión fue que la legislación capital al respecto se expidió conforme a la Constitución.

González Márquez erró al presentar como lo hizo la controversia constitucional. Pero contó en la Corte con el eficaz apoyo, ignoro también si expresamente concertado o simplemente coincidente, de su paisano Aguirre Anguiano. Magistral argumentador, Aguirre Anguiano leyó y pretendió que los ministros leyeran cuestiones no contenidas en la controversia, que era lo único que debían resolver. Mediante un mecanismo noble llamado suplencia de la queja, que sobre todo en cierto género de amparos permite...

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