PLAZA PÚBLICA / Juanito: 'la commedia e finita'

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

A tiempo de dedicarse por entero a otra, que se estrena esta noche en el Teatro Blanquita de la Ciudad de México -dirigida por el eminente primer actor Alberto El Caballo Rojas- ayer terminó la comedia protagonizada por Rafael Acosta Ángeles, apodado Juanito. Salvo que hubiera mudado de opinión a última hora, extremo que no debe excluirse dada la versatilidad de su temperamento, el jefe delegacional de Iztapalapa habría notificado su separación definitiva del cargo que, a trompicones, con pena y sin gloria alguna pretendió ejercer dos semanas exactas.

Hace una quincena, el viernes 27 por la noche, Acosta Ángeles dio por concluida de modo abrupto la licencia por 50 días que había solicitado como preámbulo a su retiro, al que se había comprometido con pobladores de Iztapalapa y en presencia de Andrés Manuel López Obrador, que ideó una complicada maniobra para restituir a Clara Brugada la candidatura perredista a la jefatura de esa delegación, la más extensa, la más poblada, la más menesterosa y la de mayor presupuesto entre las 16 demarcaciones del Distrito Federal. En vez de esperar a recibir formalmente el mando delegacional, lo que hubiera podido hacer alegando derechos ciertos, Juanito eligió entrar por la puerta trasera del edificio delegacional, que le fue abierta por dos partidarios suyos que penetraron al inmueble mediante escaleras, en un asalto sin atenuantes.

En las dos semanas corridas desde entonces Iztapalapa ha conocido un esbozo de lo que sería el gobierno ejercido por una persona incapacitada para hacerlo. En una amplia porción del territorio correspondiente ha disminuido o de plano cesado la vigilancia policial (la que estaba a cargo de la policía auxiliar) pues la mayor parte de los miembros de ese cuerpo han sido requeridos para proteger el edificio de gobierno. Como la mayor parte de los funcionarios designados por Clara Brugada en su papel de directora jurídica y de gobierno, en reemplazo de Acosta Ángeles durante su licencia, han sido cesados o se retiraron del cargo, mientras que sus reemplazantes, si los haya, no desempeñan su tarea oficialmente. El jefe delegacional, al que ninguna autoridad capitalina debería reconocer como tal pues no constó formalmente que tomara su responsabilidad una vez concluida su ausencia temporal, ni siquiera ha comunicado de modo formal sus nombramientos, lo que en el mejor de los casos implica un desorden administrativo que repercute en la mala calidad de los servicios delegacionales...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR