El paisaje después de la batalla

A lo largo de 160 días, la República mexicana se vio tapizada de pendones, gallardetes, mantas, pasacalles con la más variada propaganda del conjunto de los candidatos y partidos políticos que concursaron en la campaña electoral 2006. Una campaña que se caracterizó por su duración, agresividad, costo económico y pobreza política.

Bardas, postes, rejas, plazas, esquinas, señalamientos viales, muebles urbanos fueron el perchero donde los candidatos colgaron su propaganda, que al final de la contienda tiene por destino el basurero.

Desde luego, la legislación establece que los materiales de la propaganda electoral deben de ser biodegradables como el cartón o, en su defecto, reciclables como el metal o plástico. Sin embargo, se da por sentado que -como en muchas...

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