El Paladar Viajero/ La buena cocina de Madrid

AutorLuis Marcet

Las incongruencias de México. Del D.F. a Acapulco nos revisaron a conciencia, tanto a la ida como a la vuelta, dos gendarmes, revolviendo toda la ropa con unos guantes de lavar platos, mismos que no se cambian durante toda su jornada, y lo más probable es que los pasen al turno siguiente. En cambio en la ida y vuelta a Matamoros, que está tan cerca de los Estados Unidos, nada.

Y no olvidemos el caos papal, que por tres trayectos cerraron media ciudad. ¿Derrame de decenas de millones de dólares? ¿Para quién? No me hagan reír. Pero esto sí, México ya tiene un nuevo récord Guinness...

Pero en fin, el tema de hoy es mi última visita a Madrid.

La comida de Iberia aún en bussiness class es deplorable. Parece mentira que el primer contacto, especialmente para los que van por primera vez a España, sean las mañosas y antipáticas azafatas y la siniestra comida que te dan. Pero esto ya se ha dicho tantas veces...

Al fin llegamos a Madrid, mis compañeros de vuelo y el escritor Pedro Jesús Fernández y el fotógrafo Xavier Trepat. Salimos con la desventura, que mientras Xavier y yo nos tomábamos una cerveza en el aeropuerto le volaron, porque lo hicieron en una fracción de segundo, su cámara profesional digital. En fin, en todas partes se cuecen habas...

Tomamos posesión de nuestras habitaciones en el hotel Liabeny, sede de los mexicanos en Madrid, quedando citados con Pedro Jesús en la Tasquita de Enfrente, que nos había enfatizado Pedro.

Está situado en una de las calles con mayor densidad, como se dice aquí, de suripantas. Tras declinar cortésmente, llegamos a la famosa Tasquita. El lugar es desde luego un oasis en la zona. Con una decoración acogedora y moderna.

Ya estaban esperándonos Pedro Jesús y el escritor Xavier Benítez.

Conocimos al chef-propietario, hombre de aspecto hosco de inmejorables haceres.

Juanjo era ejecutivo de una compañía de seguros que quebró. Decidió en el mismo local hacer un pequeño restaurante y también decidió que nunca más se pondría corbata, así que su colección la tiene en exhibición en las paredes.

Tras pedir una botella de Alion, preferido de Pedro Jesús, desfiló una larga cantidad de platillos que compartimos. Pasó un platillo con trufas, luego unas espardenyas, navajas frescas, y con un suave rebozo, de un tamaño y un jugoso que jamás había tenido ocasión de probar y que trae de Palmamós (Barcelona).

Luego llegaron unas anquitas de rana, suaves y melosas y unas costillitas que nunca adivinarían ¡de conejo! Acabamos con...

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