El Paladar Sensible / ¡Veracruz!

AutorLuis Marcet

Ab initio de nuestro viaje a Veracruz, quedamos con Titita Ramírez Degollado, del restaurante El Bajío, xalapeña por todos los costados en Xalapa. Cabe apuntar que llegar a la capital del Estado es un triunfo, por la falta de señalización y sólo hasta que se anuncia Perote sabe uno que va por buen camino.

Paramos en la laguna de Achichica, que como es famoso, refleja de tal manera el cielo que sus aguas toman un intenso reflejo color turquesa.

Ya nos estaba esperando Titita, su hermana Luchi Oropeza y su sobrina Gaby Huerta. Fuimos a comer a Nico's, que es el lugar más famoso de la capital. Nos esperaba una hueva de naca -no mal piensen, es sólo el nombre de un pescado. Servida con una rara salsa veracruzana, riquísima. Siguieron unos molotes de salpicón de jaiba, unas magníficas jaibas rellenas -como no se comen en otro lugar- finalizando con un robalito a la plancha, riquísimo.

En la tertulia, Carmen Ramírez nos platicó de su tía Mamá Luz, quién a sus 95 años estaba siempre presta a salir de pachanga, desayuna, come y cena abundantemente, acompañando la comida con tres copas de vino y llegando a tomar -¡agárrense!- hasta nueve copas de anís en la sobremesa...

Mamá Titita nos llevó al Museo de Antropología para que viésemos, atravesando un arco de palmas de Papantla, las ofrendas del Totonacapan. Diferentes, como es natural a las que conocemos habitualmente. De ahí al Agora, un espacio con cafetería con una bellísima vista de Xalapa, con una amplia librería y dos hermosas galerías de arte.

Llegamos tardecito a Veracruz y tras instalarnos fuimos a buscar un restaurante en Boca del Río y ¡oh Leoncio!, no abren por la noche, cosa que se me había olvidado.

Nos recomendaron el Villa Rica, "lugar de lujo y gran comida de marisco". Corramos un tupido velo y espero que nunca caigan allí.

Mal cenados y cansados por el largo trayecto, caímos como piedras los tres, pues el motivo del viaje era pasear a mi multicitada hermana Montse, cocinera, ama de casa y editora sin par.

Al día siguiente, se imponía desayunar en el Café de la Parroquia...

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