Pánico Escénico / Cifras maquilladas

AutorJosé Ramón Enríquez

Terminadas las elecciones intermedias a las que dio innecesariamente carácter de referéndum, el Presidente Fox ha decidido no sólo girar a la derecha sino hacerse públicamente el harakiri. El espectáculo no puede ser más lamentable.

Por sólo señalar los últimos acontecimientos: enojado con Amnistía Internacional, en lugar de redoblar su apuesta por los derechos humanos, corrió a Mariclaire Acosta y desapareció una subsecretaría que dignificaba su gobierno; el Secretario Canales, que al ser el sistema presidencialista habla por el señor Fox, lanzó una declaración que sólo podía caber en el más cruel de los esperpentos, y para coronar su pastel con una cereza que afecta directamente al tema de esta columna, su subsecretario de Educación declaró que no hay déficit educativo en un país como el nuestro.

La palabra latina déficit puede traducirse válidamente en castellano como "deuda", y si algo adeuda el Estado mexicano a su pueblo desde hace ya 500 años es precisamente educación. Quienes hacemos teatro sabemos perfectamente que la pérdida de público es proporcional a la falta de educación de nuestra patria. Si la auténtica Secretaría de Educación Pública es la caja idiota televisiva, ¿cómo podemos esperar que la liturgia escénica atraiga las masas como lo hizo en otros tiempos? Y me refiero a una atracción que iba del Tívoli o el Blanquita a lo más experimental de nuestro teatro.

Obviamente, la deuda educativa no es culpa del gobierno foxista, sino que se ha venido arrastrando durante décadas de corrupción y despilfarro. Por eso me parece suicida que, en la mejor tradición priista, el Presidente Fox decida maquillar las cifras para quedar mal con Dios y con el Diablo. En lugar de convocar a la población que lo eligió (incluidos quienes desde la izquierda se decidieron por el voto útil), para demostrar lo indemostrable se lanza contra la UNAM, que sigue siendo pulmón cultural de nuestra patria.

No me escandalizó en absoluto que Fox no supiera quién era Borges: sus votantes sí sabían perfectamente que no era un intelectual sino un administrador de empresas apenas titulado. En cambio, sí me había escandalizado profundamente la actitud de la izquierda mexicana que, siguiendo la pataleta del cacique ex priista Cuauhtémoc Cárdenas, se negara a ir a un frente amplio para sacar al PRI, un frente que hubiera podido dar rumbo a la transición y, luego, linchara de la peor manera a quienes eligieron el camino del voto útil (yo, en la elección presidencial...

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