Paraíso perdido / Demonios al son de la marimba

AutorRafael Aviña

Coinciden en estas últimas semanas varios filmes latinoamericanos en cartelera. Junto con La casa muda, de Gustavo Hernández, de Uruguay, y la cinta chileno-mexicana La nana, de Sebastián Silva, de reciente estreno, la Cineteca Nacional proyectó En el futuro (2010), un intrigante filme independiente y experimental realizado por el argentino Mauro Andrizzi, con el que obtuvo el premio Queer Lion a la Mejor Película de temática homosexual en la 67 edición del Festival de Venecia. Realizada en tan sólo 10 días, esta ultrabarata película filmada en un sombrío blanco y negro es un pulsante ensayo sobre el recuerdo y las experiencias amorosas que abre con una larga sesión de besos en primer plano.

De hecho, el jurado en Venecia se inclinó por su original forma de presentar "las dinámicas eróticas y la multiforme sexualidad contemporánea": besos y cachondeos homosexuales y heterosexuales, testimonios a cámara de distintas parejas, instantáneas fotográficas de jovencitas desnudas o semidesnudas -como en la secuencia climática de La casa muda.

Algunos relatos orales muy inquietantes, como aquel de las constantes llamadas telefónicas de una desconocida en busca de un amor perdido, o aquella de una pareja cuya crisis inicia cuando él descubre que su novia hace videos pornográficos, en un filme sobre el futuro inmediato de la relación amorosa y sus aristas de melancolía.

La nostalgia cinéfila, la lenta agonía de la tradición cineclubera y la pérdida de los valores culturales ante la acelerada vida moderna y la tecnología, es el tema de la evocadora cinta uruguayo-española que recién exhibió también la Cineteca, La vida útil (2010), de Federico Veiroj. Filmada a su vez en un melancólico blanco y negro y protagonizada por el crítico de cine Jorge Jellinek y miembros verdaderos de la Cinemateca uruguaya, esta suerte de agridulce parábola intimista, es un homenaje al cine que recuerda a la nueva ola francesa. Pese a algunas secuencias espléndidas como aquella de la clase en la universidad, no alcanza a encontrar el justo medio entre la añoranza y el patetismo, como lo hiciera una espléndida y denostada cinta mexicana de espíritu similar, Los mediocres (1962), de Servando González.

Más interesante aún que las anteriores es Las marimbas del infierno (Guatemala-Francia-México, 2010), integrante del 31 Foro de la Cineteca y segunda película de Julio Hernández Cordón, joven cineasta estadounidense de padre mexicano y madre guatemalteca, egresado del Centro de...

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