ENTRE PARÉNTESIS / El otro himno

AutorDavid Martín del Campo

En los noticiarios cinematográficos de antaño (Cine Verdad, Tele-Revista) se nos hacía participar de las novedades del mundo como un "aperitivo de realidad" previo a la película por la que habíamos pagado cuatro pesos en taquilla. Realidad y fantasía, como en la noche de ayer ante los resultados del PREP.

En aquellos documentales había escenas por demás pasmosas: las playas de Tahití, Piero Taruffi ganando en la Carrera Panamericana, pero desde luego los cortometrajes que nos brindaban aspectos del acontecer nacional, subrayadamente las acciones del gobierno. Ahí veíamos al presidente López Mateos recibiendo a su colega John F. Kennedy, o el rescate de los damnificados por el huracán Inez en Chetumal. La voz de Fernando Marcos, o la de Agustín Barrios Gómez, nos recreaban en torno a esas novedades de la patria... y de fondo, siempre, la Marcha Zacatecas tocada por alguna banda militar.

Esos aires musicales eran el recordatorio de que el régimen no dormía y la nación transitaba, a paso firme, hacia el progreso que todos debíamos saludar con la mano en el pecho. Qué gloria vivir en México. A veces, cuando iba con mis primos al cine, mi tío Pepe se ponía a llorar en secreto apenas escuchar los compases de ese himno marcial. Y peor si tocaban la Marcha Dragona; por eso mis primos procuraban llegar un poco tarde a la función. Ocurría que José Cantú había sido uno de los muchachitos pegados a la tropa del general Ernesto Santos Coy en las llanuras del norte, y esos acordes le recordaban la matazón donde perdió a más de un amigo.

La Marcha Zacatecas, por cierto, ha sido una suerte de "segundo himno" nacional, aunque su autor, el inspirado Genaro Codina, duerme en el polvo del olvido.

No ocurre lo mismo con el hoy celebrado José Pablo Moncayo y su Huapango, que es una composición emotiva rescatando las notas de un "jarabe" perdido en el desván de nuestra infancia. ¿Recuerdan? "Te juro Juana que tengo ganas de verte la punta, el pie...". Se cuenta que para componerlo, Moncayo escapó un par de semanas al puerto de Alvarado y ahí, entre jaraneros y fandangos, le vino la...

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