Entre Paréntesis / Yo sexo, tú sexas

AutorDavid Martín del Campo

"¿Practica usted el sexo oral?". En lo que respondemos a la pregunta, reconozcamos primero que los "temas secretos" son cada vez menos.

Generación tras generación vamos perdiendo el miedo a los antiguos tabúes y cada vez se habla más abiertamente de los antiguos "asuntos prohibidos". Recuérdense, si no, las películas antiguas cuando la pareja se besaba apasionadamente, después venía una toma en la que caía la blusa al piso y luego el fundido al negro sugiriendo lo demás.

El cine actual es más directo cuando se trata de narrar una escena de cama, lo hace sin tapujos ni sábanas; además, ya nadie comenta si es o no una "película fuerte", porque la clasificación nos previene si se tratará de un curso de genitalidad y bostezos.

El siglo 20 será recordado, entre otros motivos, porque permitió el redescubrimiento del sexo a partir de una serie de premisas, principalmente el psicoanálisis. Cuando la teoría de Sigmund Freud sobre el inconsciente, el complejo de Edipo, la interpretación de los sueños y el imperio de la libido cobraron popularidad, el sexo comenzó a perder parte del carácter pecaminoso al que lo tenía confinado nuestra cultura judeo-cristiana.

El concepto mismo de "amor" que se tenía en los años en que Federico Gamboa escribía su inmortal Santa fue evolucionando gracias a las nuevas aportaciones culturales (el cine, la literatura, las artes plásticas), que le quitaron la condición platónica-romántica que privaba en las postrimerías de la época victoriana.

Cada vez más el sexo fue entendido como parte esencial de las relaciones amorosas, de modo que hoy amor sin sexo era un contrasentido, y sexo sin amor una posibilidad deportiva, casi, y libre de culpas.

Este fugaz repaso viene a cuento ahora que ha llegado a la pantalla la película Kinsey (el científico del sexo), en la que Liam Nesson protagoniza al polémico doctor Alfred Kinsey, autor de varios estudios desarrollados a partir de las encuestas masivas que aplicó en torno al comportamiento sexual de la sociedad estadounidense.

Sus libros La conducta sexual del hombre (1948) y después La conducta sexual de la mujer (1953) constituyeron en su momento escándalos bibliográficos, porque ofrecían una radiografía sobre la conducta sexual realmente existente en esa nación.

La película de Bill Condon (es su apellido) hace el recuento de los años en que el puritanismo fue vencido por las evidencias documentales del famoso reporte Kinsey. No es demasiado arriesgado afirmar que gran parte de la...

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