Parte aliado del planeta

AutorIsrael Sánchez, con información de Yanireth Israde y Francisco Morales V.

Para José Mario Molina Pasquel y Henríquez, cuyo nombre se inscribió con letras doradas en la historia científica de México y el mundo al ganar el Nobel de Química en 1995, las cosas parecían predefinidas desde un principio.

Su fascinación por la ciencia lo desbordaba antes de entrar a la secundaria, según compartiera en una semblanza autobiográfica.

"Aun recuerdo mi emoción cuando vi por primera vez paramecios y amibas a través de un microscopio de juguete más bien primitivo", escribió el ingeniero químico y doctor en fisicoquímica.

Con un baño de su casa convertido en laboratorio, las largas horas que pasó absorto en esos juegos terminaron pronto por adquirir seriedad bajo la guía de su tía, la química Esther Molina.

Y a los 11 años, tras ser enviado a Suiza a estudiar, la decepción fue manifiesta tras descubrir el poco interés entre los de su edad por aquello que apasionadamente desplazó en él la posibilidad de dedicarse a la música, en los días en que tocaba el violín.

"Yo estaba muy entusiasmado de vivir en Europa, pero me desilusionó que a mis nuevos compañeros no les interesara la ciencia más que a mis amigos de México", recordaría. "Para entonces ya había tomado la decisión de ser investigador en química".

Determinación que guió y modeló toda la vida del único Nobel mexicano de ciencias, cuya vocación sólo se vio interrumpida ayer, en cuanto cesó de latir el corazón del científico a sus 77 años, como informaran el centro de investigación y promoción de políticas que lleva su nombre, Centro Mario Molina, y la UNAM, su alma mater.

Con la extraordinaria casualidad de que su fallecimiento en su casa en la Ciudad de México acaeciera el mismo día en que se anunció el Nobel de Química 2020, a un cuarto de siglo de que dicho galardón recayera en él.

El máximo honor de la ciencia se lo granjearon las investigaciones sobre química atmosférica y la predicción del adelgazamiento de la capa de ozono como consecuencia de la emisión de ciertos gases industriales, los clorofluorocarburos (CFCs).

Trabajo que realizó tras unirse al equipo del profesor Frank Sherwood Rowland en 1973 como becario de posdoctorado, en Irvine, California, habiendo estudiado antes la carrera de Ingeniería Química en la UNAM; Cinética de Polimerización en la alemana Universidad de Friburgo, y el doctorado en Fisicoquímica en la Universidad de California, en Berkeley.

Tan sólo tres meses después de su llegada a Irvine, Rowland y él ya habían creado la "Teoría del agotamiento...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR