Sobreaviso/ Partidos: monopolios y changarros

AutorRené Delgado

Entre monopolios quebrados y changarros sin destino se debate el nuevo régimen plural de partidos en México.

Las fuerzas políticas dominantes tienen quebrada la estructura y las fuerzas políticas nacientes carecen de la estructura que presumen. Lo peor de todo es que las primeras están empeñadas en conservar el monopolio de la política y las segundas en obtener el registro de su agrupación y el correspondiente financiamiento público. Ninguna se propone en serio presentarse como un proyecto político o alternativa de poder, menos todavía en reconocerse como un instrumento ciudadano. Sin embargo, todas esas fuerzas -mayores o menores, con o sin registro- se escandalizan ante el peso que están adquiriendo las personalidades sobre las instituciones políticas.

La muestra más elocuente de esa miseria política tuvo expresión esta semana en el Senado de la República. Los cuatro partidos con representación en ese órgano quieren modificar la ley electoral para asegurarse el monopolio de la política, complicando el registro de nuevas formaciones. Y, naturalmente, algunas formaciones que aspiran al registro y el financiamiento público -como el partido de Gilberto Rincón Gallardo- buscan evitar que aquéllos le vayan a dar un cerrojazo a su aspiración.

En otras palabras, el régimen plural de partidos (con y sin registro) en México está seriamente comprometido con la idea de promover una nueva cultura cínica, no cívica.

La historia de esta nueva batalla por el negocio de la política es tan breve como asombrosa.

El pasado martes 31 de octubre, el Partido Verde Ecologista de México -un partido familiar escriturado al clan González Torres y que nunca se ha distinguido por sus acciones políticas- tuvo una iniciativa y curiosamente detrás de ella inmediatamente formó filas el resto de las fracciones parlamentarias en el Senado de la República.

La iniciativa verde que logró el inaudito apoyo del PAN, el PRI y el PRD, y a punto estuvo de ser aprobada el martes pasado, propone complicar el registro de nuevos partidos políticos. Dicho con extrema sencillez, cuadruplica el número de afiliados que deberán acreditar las nuevas formaciones, al solicitar su registro oficial. En vez de los 30 mil afiliados que exigía la ley, se pretende elevar la cifra a 120 mil.

La lógica de la propuesta es impecable e implacable. Desde 1946 -año en que se fijó la cifra de 30 mil afiliados- hasta la fecha, la población ha crecido en 300 por ciento y, por consecuencia, en igual...

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