A todos les pasa

AutorMarko Maya

El mundo del teatro tiene mucho que contar y los actores que han estado sobre el escenario saben que no están a salvo de situaciones chuscas, errores o accidentes que, simplemente, suceden. Sin embargo, ante tales anécdotas, ellos coinciden en una sola cosa: "el show debe continuar", aunque las risas -del público y de ellos- por unos momentos se conviertan en carcajadas paralizantes.

Metió la pata

MAURICIO HERRERA

"Una vez me caí en el Teatro Blanquita. Por los años 60 tenía un cuarteto que se llamaba El Cuarteto de los Vocalistas y estábamos moviéndonos al ritmo de las canciones, cuando me fui por un hoyo. Y es que, antes, los micrófonos salían del piso por unos hoyos que se abrían.

"Quién sabe cómo habré hecho el paso que, cuando me di cuenta, ya estaba metido medio cuerpo en el piso, lo gracioso es que los otros tres ni se dieron cuenta y el público, mientras, estaba encantado porque pensaba que era parte del show, todos se morían de la risa. Esa noche tuvimos un gran éxito y, desde entonces, todos los días querían que yo me cayera...".

La cama prestada

SERGIO CORONA

"Son muchas cosas las que me han sucedido, sobre todo en las giras. Una vez fuimos a Comitán, Chiapas, y no llegaba la escenografía, así que le pedimos a una mueblería que nos prestara una cama. Sólo que cuando caminamos sobre ella, se cae y se rompe.

"En Tuxpan, Veracruz, llegamos al auditorio, pero ese día lo ocupaba el Presidente Municipal, y en lugar de hacer la obra ahí nos mandaron a un palenque. Recuerdo que le explicamos al público, fue muy generoso y comprensivo, y sí hicimos todo en el palenque.

"Otra ocasión, con mucho esfuerzo, llegamos hasta Quintana Roo con la obra, la escenografía, el costo y todo lo demás, para que sólo se presentaran 12 personas al teatro, porque ese día creo que peleaba por el campeonato mundial el 'Ratón' Macías".

La uña en el cierre

ALICIA FAHR

"En la comedia musical Yo y Mi Chica, en el Teatro de los Insurgentes, había muchísimos cambios de vestuario, que además era complicado pues era de época, de los años 40, en Londres.

"Era un vestuario conformado por guantes, sombrero y demás, y eso hacía más difíciles los cambios. Al final de la obra teníamos menos de tres minutos para quitarnos toda esa ropa y ponernos un traje de novia.

"Lo habíamos hecho ya muchas veces pero, en una de ésas, a la persona que me ayudaba a cambiarme se le atoró su uña con el cierre del traje. Entonces, a la hora de salir, tuve que correr con todo y ella por el...

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