Pasión por las alturas

AutorPatricia Miranda

ENVIADA

LIMA, Perú.- Este es un itinerario peculiar.

LA PROPUESTA: ir al sur para recorrer parte del Valle Sagrado de los Incas hasta llegar al más icónico destino peruano; y luego viajar al norte y conocer el reino de los Chachapoyas, antes de que el turismo de masas lo alcance.

EL RETO: partir siempre desde Lima pasando de largo por su galardonada gastronomía.

EL ACUERDO: no comparar (regla de oro entre los viajeros de cepa).

LA CERTEZA: dormir en dos alojamientos de esos que quedan en la memoria por ofrecer grandes experiencias.

LA CONSTANTE: pasar gran parte del viaje por encima de los 2 mil 500 metros sobre el nivel del mar (msnm) -a veces más, a veces menos- pero siempre con la sensación de estar bien cerquita del cielo.

CHINCHERO: UN MUNDO DE COLORES

Un vuelo de una hora con 25 minutos separa a Lima de Cusco. La altitud -3 mil 399 msnm- quiere hacer mella es más de un viajero, pero pueden más las ganas de pasar otras dos horas por carretera, para llegar hasta la estación de tren de Ollantaytambo.

Todos traen un boleto que los dejará en el pequeño pueblo que está a las faldas de una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno: Machu Picchu.

Son las ocho de la mañana. La camioneta serpentea por un camino. Hay tiempo de parar en Chinchero: uno de los poblados que conforman el Valle Sagrado de los Incas y famoso por sus textiles. En el Centro Cultural Parwa, los visitantes compran coloridas madejas de estambre y toman té de coca; necesario porque -a 3 mil 754 msnm- hay que aliviar el mal de montaña.

OLLANTAYTAMBO: ILUSIONES A BORDO

Una gran mezcla propicia la magia en la estación de Ollantaytambo (2 mil 792 msnm): las campanas que anuncian el arribo de un convoy, el rechinar de las ruedas sobre la vía, la espera de los viajeros con sus valijas.

Son las 11 y cuarto de la mañana. Los pasajeros abordan el tren The First Class, de Inca Rail y reciben un pisco sour. El río Urubamba corre al lado de la vías y, más allá, entre el paisaje verde, se ve a quienes dejarán sus huellas en el Camino Inca.

Además de mexicanos, a bordo van norteamericanos, alemanes y coreanos. Prueban un menú degustación. Más tarde, en el carro bar, oyen música andina en vivo. Luego de hasta tres piscos, la mayoría se comunica con amplias sonrisas.

Cerca está el destino final. Una hora con 40 minutos no alcanzan para atrapar las estampas del camino.

MACHU PICCHU PUEBLO: LA GRAN ANTESALA

Diez minutos de distancia a pie hay entre la estación de Ollantaytambo y el sitio que...

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