Pata de Perro / Desde un árido mar de sueños

AutorAlonso Vera

Cada vez que experimento y aprendo algo nuevo me estremezco. Es un sentimiento complicado de explicar, inclusive de realizar, pero que estoy seguro todos vivimos día tras día, tal vez sin darnos cuenta. De igual forma a diario vemos, olemos y sentimos cosas que nunca volveremos a percibir, momentos únicos que se funden y se pierden en el olvido de la cotidianidad. Quisiera no pensar que la rutina nos obliga a observar tan sólo lo que es radicalmente diferente, y en ocasiones ni siquiera eso, alejándonos de las maravillas que acontecen a nuestro alrededor. Los viajes, por otra parte, nos enfrentan a situaciones y sentimientos sustanciales fáciles de reconocer. Al mismo tiempo estamos más dispuestos a observar y, por ende, a disfrutar, aunque en principio no sea más que otro día de nuestras vidas.

La primera vez que escuché que los desiertos fueron mares hace más tiempo del que puedo conceptuar, se duplicó la paradoja. Aún ahora, tras perderme en el encanto de las aparentemente infinitas y mutables dunas, me cuesta trabajo creer que dos opuestos extremos sean casi lo mismo, y observé maravillado la complejidad y simplicidad en armonía del desierto, a pesar de estar rodeado por las ostentosas manifestaciones derivadas del petróleo. Lo anterior en Dubai, uno de los siete emiratos en la federación de los Emiratos Árabes Unidos.

Sagrado ritual del regateo

Después de una nueva travesía por el sureste de Asia, tenía un vuelo desde Bangkok hasta Atenas vía Dubai. Me cuesta trabajo saber que tan sólo voy a pasar un par de horas en algún destino que no conozco, así que realicé los ajustes pertinentes y me bajé del avión como más me emociona, con un sentimiento absoluto de incertidumbre. De Dubai había escuchado que es uno de los siete emiratos de una federación que se completó en 1972, que tiene más de 7 mil años de historia y que depende en su mayoría de la explotación de los pozos petroleros. Los habitantes originales se conocen como beduinos -comerciantes de dicha zona inhospitable de la península arábiga- y actualmente están siendo reubicados en multifamiliares, después de relacionarse con los egipcios, los romanos, los persas, los babilonios y sucumbir al ímpetu colonizador de portugueses e inglés. Pero eso lo aprendí después, con una taza de leche de camello y dátiles, en uno de los campamentos que quedan.

Al encontrarme en el aeropuerto, y enterarme de que habían perdido mi maleta, me enfrente sin carga alguna al sofocante calor húmedo de la...

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