Paz Fernández Cueto / Aborto a la baja

AutorPaz Fernández Cueto

No es buena noticia el saber que más de 100 mil abortos se han practicado en el Distrito Federal a seis años de su despenalización. Mayor número de víctimas que las que cobró el crimen organizado durante todo el sexenio de Felipe Calderón, incluyendo la gente inocente que, por estar en el momento y en el lugar equivocado, perdió la vida. En este caso, la totalidad de las niñas y los niños abortados fueron víctimas inocentes. Víctimas de la fatalidad o de la mala suerte. Víctimas por haber sido concebidos en un momento inoportuno, y haber estado en el lugar equivocado, la Ciudad de México que, para su desgracia, contó para eliminarlos con patente legal.

El reporte que el secretario de Salud, Armando Ahued, diera la semana pasada sobre la tendencia a la baja en un 16% del número de abortos practicados durante el 2012 en el Distrito Federal es muy buena noticia. Sin precisar aún si en este número están contemplados los abortos practicados en las clínicas negocio que ofrecen sus servicios a través de la publicidad. Esta tendencia a la baja refleja la importancia que se está dando a la prevención y educación sexual. Habría que ver qué estamos entendiendo por prevención, y si el uso responsable de la sexualidad puede delegarse a un condón, o si las políticas públicas en atención al derecho de información deberían ser más puntuales a propósito de la eficacia y riesgos de los métodos anticonceptivos, confiando además en las posibilidades humanas que hay que incentivar en la juventud, como es la fuerza de voluntad y la capacidad de razonar ante la toma de decisiones. En asuntos de tanta trascendencia como son las relaciones sexuales, no suena lógico delegar la responsabilidad a un plástico, y ante señales tan alarmantes como es el aumento desproporcionado de embarazos entre adolescentes habría que valorar y rectificar la estrategia.

Aun así, el haber reducido el número de abortos en el Distrito Federal es muy buena noticia, porque el aborto no es la solución a un problema sino el comienzo de muchos otros. Nos preocupan las mujeres que habiendo abortado regresan a su mismo entorno socioeconómico a enfrentar al hombre que las violó y que quizá siga compartiendo el mismo techo, o al novio que no les cumplió, a sufrir la misma miseria, pobreza o ignorancia que las orilló a tomar esa decisión. Maltratadas en el cuerpo y dolidas en el alma, vuelven a su entorno sin haber hallado solución.

Que haya menos abortos es muy buena noticia...

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