'Tuvimos que pedir prestado'

AutorEduardo Cedillo

Con 17 años de experiencia y una pulidora en la mano, Héctor Ramírez coloca sin descanso todos los días su carrito para bolear zapatos sobre la Calle Juárez, justo frente a los juzgados familiares de la CDMX.

"Cerraron aquí, no había nada, y aunque viniéramos, no había gente; entonces, ¿a quién boleábamos? Nos la vimos muy dura, pero estuvimos aguantando y, gracias a Dios, ya va mejorando la situación", contó el bolero de 60 años.

El hombre relató que, durante la peor parte de la pandemia, realizaba dos o tres boleadas, de a 20 pesos cada una y, al no poder trabajar la mitad del año anterior, Héctor buscó nuevos ingresos y hasta esquimos comenzó a vender afuera de su hogar en Nezahualcóyotl.

"Lo que me da trabajo son los juzgados y (la Secretaría de) Relaciones Exteriores. Los oficinistas son los que se bolean y ahorita ya me hago entre 15 y 20 boleadas al día, pero es muy variable y hay que pagar pensión, comida, material, la inversión", dijo Héctor.

Como una innovación para protegerse del coronavirus, el hombre ha instalado un plástico que divide el asiento del cliente de su lugar; además, y como sello característico, Héctor utiliza unos cepillos motorizados que montó en pulidoras y que tardó seis meses en desarrollar para hacer más eficaz su trabajo.

"Pedimos prestado para poder hacer...

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