Pelea chiapaneco por conservar viva la marimba

AutorMaría Teresa del Riego

SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS

Chiapas

Para construir una marimba se necesitan cuatro cosas: oído de músico, tiempo, dedicación y sobre todo, amor.

Eso lo sabe Adrián Cruz Hernández, quien desde hace más de 50 años se ha dedicado a construir o reparar las marimbas de esta ciudad donde nació.

Todo empezó, recuerda, cuando de niño, a los 8 años, dejó la primaria y comenzó a trabajar con su papá, quien era músico de corazón y carpintero.

En el taller de su padre se hacían marimbas, guitarras, mandolinas, además de tacones de madera para zapatos de mujer y muebles.

Desde que era tan pequeño que tenía que subirse a un banco para alcanzar la mesa que había en el taller, Adrián comenzó a familiarizarse con la marimba, a jugar con ella y a entrenar el oído de músico que aún conserva.

"Desde muy chico me atrajo la música. En ese tiempo hicieron 25 marimbitas para Monterrey, y ahí andaba yo tocando, sin saber nada, sólo tocar por tocar, pero ya sacaba pedacitos de pieza, así de oído", relata.

A los 14 años, con sus ahorros y la ayuda de su familia y sus amigos, se compró un saxofón, el mismo que lo ha acompañado durante 51 años y que aún hoy utiliza para sus presentaciones como músico.

Poco a poco, desde muy joven, Adrián Cruz aprendió a tocar la marimba, el piano y el saxofón; a leer música y a fabricar todos los instrumentos que hacía su papá. Ocho horas trabajaba en el taller, a partir de las 6:00 horas, y, otras ocho horas dedicaba a los estudios musicales.

"Aprendí a hacer los instrumentos con mi papá, sólo viendo. Cuando él falleció, yo tenía unos 16 o 17 años, pero mi niñez la pasé con él, y ahora hago marimbas, guitarras, violines, bajos de cuerda", comenta.

A sus 65 años, Adrián asegura que en su vida ha tenido dos grandes pasiones: La música y la carpintería.

Gracias a la música y la carpintería pudo dar a sus nueve hijos una carrera universitaria y ha logrado vivir dignamente, a pesar de la irrisoria pensión que recibe por los años que trabajó como maestro de música en jardines de niños: 272 pesos mensuales.

Para este hombre sencillo, ni la música ni la creación de instrumentos han sido nunca un negocio.

El sabe bien, por ejemplo, que quizá nunca pueda vender la última marimba que hizo, la más grande, a la que dedicó cuatro meses de su vida.

"Es muy trabajosito. Y es que para la marimba hay que hacer todo, porque no hay nada hecho. Cualquier partecita que usted ve, que puede verse tan simple, hay que hacerla a mano. El mismo puente para...

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