Del Perdón al Olvido

Renovación es la palabra de moda entre los priistas, que este fin de semana, en su XVIII Asamblea Nacional, redefinirán sus documentos básicos. Otra vez quieren que su partido adquiera un nuevo rostro y un nuevo lenguaje; que ofrezca a los electores una nueva conducta pública y una nueva política económica. Un borrón y cuenta nueva que ha sido recurrente desde que iniciaron estos ejercicios de discusión... sólo que por primera vez fuera del poder.

En el pasado, por diversas razones -de amistad, tolerancia, o conveniencia- siempre le han apostado al tejido de complicidades que permeó a muchos sectores de la sociedad. Pareciera que los priistas ya superaron su pasado -el bueno y el malo- y que ahora, con ahínco, van en pos de lo nuevo... con lo viejo.

Mientras los priistas se debaten entre renovar al partido o refundarlo, como otros quieren que ocurra, Enfoque buscó a priistas con distintas jerarquías y funciones de todo el país, durante las últimas dos semanas, y les preguntó sobre los saldos del partido. Así, logró este concierto de 100 voces, en el que están candidatos, dirigentes estatales, integrantes del Consejo Político Nacional, representantes de los sectores, gobernadores, ex funcionarios federales y líderes de base.

Entre el perdón y el olvido, dos terceras partes de los entrevistados reconocieron que el PRI cometió graves errores, que están en deuda con los mexicanos.

Se declararon dispuestos a asumir su responsabilidad histórica y definieron: hay que seguir dando explicaciones, pero no pedir perdón.

El rosario de lo que identifican como sus errores no es tan largo. La corrupción es el tema de mayores coincidencias, aunque también se muestran contrariados, por no haber aliviado la pobreza del pueblo.

Aceptan que hubo decisiones verticales y políticas impopulares que provocaron el cansancio de la gente. Y en lo interno, lamentan no haber roto la disciplina, haber permitido el arribo de los tecnócratas al poder y haber designado a "militantes indeseables" como candidatos a los puestos de elección popular.

Una buena parte de los entrevistados dice que los malos priistas -y no el partido- son quienes deben pedirle perdón a los mexicanos por sus fallas. Aunque no dan nombres, salvo el del ex presidente Ernesto Zedillo.

Unos sostienen que de nada hay que pedir perdón, porque las fallas o los excesos fueron cometidos por personalidades, no por la institución. Otros no le ven caso. Nada ganan, pues ya perdieron el poder. Algunos más creen que los errores se cometieron en el ejercicio del poder, de modo que no debe sancionarse al partido.

Dicen que el desgaste de tantos años en el poder propició muchos de los errores que se cometieron. Hay que pedirle perdón a los mexicanos por haber dejado que la reacción llegara al poder.

A cambio de esto, los priistas consultados demandan de la sociedad un reconocimiento a su dedicación política. Insisten en lo afortunados que somos los mexicanos, por contar con un país estable, sin conflictos internos ni riesgos de guerra.

"Le ha dado a los mexicanos la seguridad de que lleguen a dormir a sus casas sin ser atacados, bombardeados, amenazados por la intromisión o pleito con algunos otros países como sucede con el ántrax", resumió uno de los entrevistados.

Los priistas, sobre todo, piden que sean apreciadas sus aportaciones: El sistema educativo, la seguridad social, el desarrollo de la infraestructura de comunicaciones, la cobertura de las instituciones públicas de salud, el voto de la mujer y la libertad de expresión.

Gracias al PRI -dicen nueve de cada diez- el país cuenta con estabilidad política y paz social; hubo apertura democrática -misma que permitió la transición, el triunfo de los opositores y la alternancia- y se desarrolló la infraestructura en casi todos los niveles.

En otros rubros, el nivel de coincidencia también fue alto: por el PRI, hubo programas de atención a los más desprotegidos. Por el PRI contamos con una economía competitiva y el país creció. Por el PRI, las empresas paraestatales -como Pemex y la Comisión Federal de Electricidad- no fueron privatizadas.No en pocos casos, los priistas quisieron contraargumentar este cuestionario. Fue, en el sentido que lo hizo Francisco Hernández Urenda, presidente del comité seccional 1854,

correspondiente a la colonia Buenavista de Hidalgo:

"¡Ahh caray! ¿Qué no más bien deberían estar agradecidos con el PRI?"

Joy Langston: Nuevas reglas o muerte natural

La recomendación es clara: el PRI necesita un fuerte liderazgo y corregir los errores que cometió a lo largo de 70 años o de lo contrario corre el riesgo de más rupturas a su interior.

Y entre las prioridades de su XVIII Asamblea General de Delegados debieran estar la democratización del método de elección de su dirigencia, pero sobre todo de la selección de candidatos a cargos de elección popular, señala Joy Langston, investigadora del Centro de Investigación y Docencia Económicas.

Esto, dice la especialista, debido a que el PRI puede caer en una espiral, donde todas las corrientes se disputen las candidaturas, sin reglas claras.

Y para ello, tendrá que redefinir su estructura partidista. "No es que no funcione, sino que ya no existe. No nos debe sorprender que estén buscando desesperadamente su solución".

Langston, doctora en ciencia política, acaba de publicar un ensayo en el más reciente número del Journal of Latin American Studies (Cambridge University Press), en el que presenta los resultados de su investigación sobre el comportamiento de las cúpulas priistas en los ultimos doce años.

Una de las tesis que sustenta es que durante mucho tiempo, el PRI estuvo determinado por "reglas informales del juego" y apunta a la obligada variación de ese mecanismo, luego de que perdiera la Presidencia en las elecciones federales del año pasado.

En la entrevista, abunda: "El PRI necesita un líder que lo dirija en los próximos cinco años, así como definir una estructura de partido democrático durante la XVIII Asamblea, de lo contrario no será un producto vendible en el mercado electoral".

Define que la democratización de partido y el replanteamiento de su actuación sin la figura del presidente de la República son dos de los principales objetivos de esta Asamblea.

No obstante -sostiene- "las peleas por controlar la dirigencia y el futuro del partido" harán imposible que el máximo órgano del PRI resuelva los problemas más graves del tricolor.

En ese proceso -explica- las pugnas por la dirigencia deben ser entendidas como intentos desesperados por una solución y estarán latentes a lo largo de todo el evento.

La mayoría de los temas de la reunión del máximo órgano priista son similares a los que se trataron en las precedentes, pero el de mayor relevancia y que será el punto de atención, considera la investigadora, es la definición del método de elección de la dirigencia del tricolor que se hará cargo de las elecciones del 2003 y 2006.

Las dos opciones que tiene el PRI para encontrar esa ruta son la presencia de un líder o una dirección colegiada. En la primera, se requiere que los actores acepten el liderazgo en los próximos cinco años, que puedan obedecerle, siempre y cuando haya posibilidades de ganar.

La segunda sería integrar una dirección colectiva que tenga representación proporcional de todos los sectores del partido, pero advierte que el riesgo sería "una pelea medio sangrienta por las candidaturas en el 2003".

La democratización real del partido, según Langston, debe pasar por la discusión del método de elección de los candidatos a puestos de representación popular, pues los estatutos actuales contemplan cuatro maneras distintas de seleccionar candidatos, lo que permite que haya interferencia de las cúpulas, que "siempre escogen el método más fácil para imponer a sus candidatos".

Deben decir 'nos equivocamos'

La profesora e investigadora del CIDE afirma que este debate ha sido soslayado, y en caso de no definirse derivará en una pelea por las candidaturas, sin reglas claras.

Asimismo, plantea que otro factor de democracia interna será el acotar la influencia de los gobernadores en los consejos políticos estatales, ya que mantienen control sobre dichos órganos. La urgencia sería democratizarlos mediante la consulta directa a la base.

En caso de no hacerlo, prevé la académica, se podrían provocar rupturas "o simplemente una muerte natural del PRI".

Finalmente, propone que el camino que debe seguir el tricolor debe consistir en consolidar una estructura e integrar una plataforma de principios que sea vendible electoralmente a la sociedad, así como aceptar sus culpas y promover sus aciertos.

"Tienen que decir 'nos equivocamos'. Les cuesta mucho trabajo decirlo y ofrecer disculpas, pero la sociedad de veras las merece. Pero también pueden decir 'hicimos muchas cosas muy bien y en el futuro es lo que haremos'. Eso sería más creíble".

Langston describe que uno de los saldos negativos del régimen priista fue, entre otros, la falta de la consolidación de un buen sistema educativo, lo cual derivó en la falta de oportunidades para la población y, en especial, para las clases marginadas.

"Eso hace que los que nacen pobres tengan pocas probabilidades de subir y disfrutar de las ventajas de ser miembro de la clase media. Es decir, una casa, buena educación para sus hijos, coche, seguro médico. Sin educación, es prácticamente imposible".

También responsabiliza al tricolor de una deficiente política económica bajo la bandera de proteger a los mercados mexicanos, la cual sólo privilegió a un sector compuesto por algunas cuantas familias.

Pero la principal falla, considera la académica, fue en materia judicial, lo que provocó una creciente inseguridad e incertidumbre en la aplicación de la justicia.

No obstante, señala también los puntos a favor del tricolor, principalmente en los años posteriores a la Revolución Mexicana. "Logró destruir el poder de los caudillos armados", ya que afirma "(sin el PRI) hubiera sido mucho más difícil controlar el poder de los jefes...

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