Perfiles y Rasgos

AutorHoracio Andrade

MODALIDADES DEL CAMBIO

¿Qué organización no se encuentra actualmente viviendo un proceso de cambio, independientemente de cuál sea su naturaleza o alcance? Llámese Zurich, Honda, Starbucks o Pemex, todas tienen que hacer frente y responder eficiente y rápidamente a las transformaciones constantes de su entorno. Pero hay de cambios a cambios, y saber distinguirlos puede marcar la diferencia entre llevarlos a buen término o hacer que fracasen.

La primera clasificación de los cambios tiene que ver con su magnitud; en este sentido, los hay superficiales (los que básicamente tienen que ver con la forma, como en el caso de un cambio de procedimiento) y profundos (los que tocan aspectos de fondo, como podría ser un cambio cultural). También se pueden clasificar en función de su velocidad, con lo que los hay lentos (los que se dan en el largo plazo) y rápidos (los que se dan en el corto plazo).

Muchos de los cambios fracasan porque quienes los llevan a cabo no son capaces de diferenciar entre unos y otros, de manera que le dan un tratamiento superficial a cambios de fondo, o manejan como profundos cambios que sólo implican actuar en la superficie; o bien aceleran cambios que requerirían de más tiempo, mientras que demoran innecesariamente cambios que podrían, y hasta deberían, hacerse pronto.

Otra clasificación se da considerando el alcance del proceso, para hablar de cambios en el individuo, en los grupos o en la organización. Es importante tomar en cuenta que conforme se sube de nivel, el cambio incluye necesariamente a los anteriores, de manera que el cambio en todo el sistema requiere del cambio en las personas y en los equipos que éstas forman. El centro y motor del proceso de cambio organizacional es, obviamente, el cambio individual. Si éste no se da, la organización tampoco lo podrá experimentar.

Cambios en función de la manera como se dan

También se puede clasificar a los cambios en base a la forma como se dan. Conforme a este criterio, se puede hablar, por un lado, de cambios incrementales o de tipo 1 (los que fundamentalmente buscan una mejora continua, de tipo evolutivo), y de cambios radicales o de tipo 2 (los que implican una forma totalmente diferente de hacer las cosas, un cambio de paradigma, una revolución).

Por otro lado, se pueden dividir los cambios en reactivos (aquellos que responden a transformaciones internas o externas a las que el sistema tiene que responder para mantener su equilibrio dinámico y sobrevivir) y proactivos...

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