Perfiles y Rasgos

AutorHoracio Andrade

Actitudes ante el cambio

Es mucho lo que se ha investigado, hablado y discutido alrededor del tema de la resistencia al cambio. Por extraño que pueda parecer, el hecho de vivir en una época en la que las cosas se transforman a una velocidad impresionante, y en la que predecir lo que va a suceder es poco menos que imposible por la gran cantidad de variables que inciden para determinar el curso de los acontecimientos, no necesariamente hace que las personas en general vean al cambio como algo natural y reaccionen a él de la misma forma.

De hecho, mientras más incertidumbre genera un cambio, o mientras menos se le ven los beneficios, mayor es el nivel de resistencia que despierta. Esto no podría ser de otra forma, si además consideramos la natural tendencia a permanecer en la llamada zona de confort de la mayoría de las personas. Hay hasta dichos que ilustran esta preferencia por la comodidad de la rutina y del control sobre las circunstancias. Uno de ellos es el conocido "para qué tantos brincos estando el suelo tan parejo"; otro, el no menos famoso "más vale malo por conocido..."

Sin embargo, también hay quienes no sólo no le temen al cambio, sino incluso sienten atracción por él, o por lo menos son conscientes de que hay cosas que no pueden permanecer iguales todo el tiempo, y están dispuestos a salir de la zona de confort.

En un proceso de cambio, entonces, encontramos todo tipo de actitudes hacia él; si bien es probable que sean más las personas que se le resistan, también es cierto que siempre habrá quien lo apoye, o por lo menos, quien no se oponga a que se de.

Del rechazo a la proactividad

Dentro de las diferentes actitudes que encontramos ante el cambio, la más radical es el rechazo, u oposición activa. Las personas que la asumen hacen todo lo posible por evitarlo: protestan, esgrimen argumentos en contra o, incluso, intentan boicotearlo de diversas maneras.

A veces esta resistencia es manifiesta, con lo que lo promotores del proceso por lo menos pueden identificar claramente al enemigo, pero en otras ocasiones se da por debajo del agua: aparentemente el individuo o grupo están conformes, pero hacen todo lo posible por echar abajo el intento, en la clandestinidad, en lo que podría ser el equivalente organizacional a una guerra de guerrillas.

Indudablemente, esta clase de resistencia, la de los opositores activos, es la más peligrosa porque implica acciones concretas para abortar el intento de cambio. Lo que pretenden en última...

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