PERFILES Y RASGOS

AutorHoracio Andrade

TOMAR DECISIONES

Uno de los procesos más importantes que se dan en las organizaciones, sobre todo en una época y en un entorno como los que se viven hoy en día, es el de la toma de decisiones. A fin de cuentas, la vida de cualquier empresa, y hasta de cualquier persona, casi se podría definir como un constante optar entre dos o más alternativas de acción.

En las organizaciones, este proceso puede equipararse a la homeostasis, fenómeno que se da en los sistemas vivos que consiste en la constante recuperación del estado de equilibrio dinámico necesario para adaptarse a los cambios externos. Si el organismo no fuera capaz de responder de manera rápida y efectiva a los retos que le plantean las continuas transformaciones de su entorno, no podría sobrevivir.

Del mismo modo, las organizaciones, como sistemas sociales, y por lo tanto vivos, que son, requieren de mecanismos similares a la homeostasis, que les permitan actuar adecuadamente cuando se dan cambios en el suprasistema en el que están insertas, que les presentan amenazas u oportunidades. Sin duda, el principal de estos mecanismos es el de la forma como se toman las decisiones en ellas.

El proceso de toma de decisiones comprende varios aspectos importantes, como quiénes las toman, qué grado de facultamiento y de descentralización existe para tomarlas, qué métodos se utilizan para analizar la información y elegir la mejor opción, que tan rápido se hace esto, y cómo se evalúan y gestionan los riesgos, entre otros.

Sin embargo, pese a lo importante, incluso crítico, que resulta este proceso, pareciera que en muchas organizaciones no se le presta la debida atención, y se deja que se lleve a cabo casi al azar: no hay lineamientos claros para tomar decisiones, no están bien definidos los responsables de hacerlo, y no hay un entrenamiento formal para aprender a tomar decisiones efectivas.

Aunado a lo anterior, existen varios sesgos, o prejuicios (en inglés se conocen como biases) que son muy comunes en las personas, que hacen que se tomen decisiones de manera ilógica, lo que consecuentemente deriva en errores que pueden resultar muy costosos.

Ver lo que se quiere ver

Uno de ellos, conocido como "sesgo de confirmación", consiste en ver aquello que confirma nuestra creencia y discriminar lo que va en contra de ella. Por ejemplo, si se trata de decidir si se lanza al mercado un nuevo producto al que se le tiene mucha fe, este sesgo podría hacer que se tome en cuenta la información que es favorable a...

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