PERFILES Y RASGOS

AutorHoracio Andrade

LOS LÍMITES DEL LENGUAJE

Hace algunos años se llevó a cabo una investigación que dio como resultado que el promedio de los mexicanos maneja alrededor de 400 palabras. Aunque resulta muy difícil saber el número exacto de palabras que conforman el idioma español, se calcula que anda en el rango de las 400 mil. Sin duda, arreglárselas con sólo 400 (es decir, con el 0.1 por ciento) es una muestra del grave problema que tenemos en nuestro país en materia educativa.

Decía el filósofo Ludwig Wittgenstein que los límites de nuestro lenguaje son los límites de nuestro mundo. Para expresarlo de otra forma, somos lo que traemos en la cabeza; y lo que traemos es producto en parte de nuestras experiencias de vida, y en parte de lo que aprendemos de diferentes fuentes, entre las que se encuentran la educación formal y la lectura.

Respecto a la segunda, las cifras distan mucho de ser halagüeñas: el promedio de lectura en México, de acuerdo a la OCDE y a la UNESCO, es de dos libros al año per cápita. Cuando hablamos de países desarrollados como Inglaterra o Francia, el índice alcanza los 20 libros al año, y llega hasta 50 en los países escandinavos.

La SEP considera que las librerías, donde se concentran los intereses de lectura por libre elección, son el eslabón más débil de la cadena del libro por su reducido número. En México hay una librería por cada 71 mil habitantes, mientras que en Argentina, que es uno de los países en los que más se lee en el mundo, hay 25 por cada 100 mil habitantes. ¿Cuál será el huevo y cuál la gallina; hay pocas librerías porque se lee poco, o es al revés?

Este dato sobre el índice de lectura tan bajo, que ya de por sí es desalentador, lo es aún más si consideramos que las lecturas que se hacen para acreditar las materias escolares están muy por encima de la lectura de textos de libre elección: quienes más leen son los jóvenes de 18 a 22 años, seguidos por los de 12 a 17.

En otras palabras, leer es algo mayormente vinculado con la actividad escolar, y generalmente se deja de hacer en cuanto las personas terminan sus estudios formales. Incluso entre los universitarios, uno de cada cuatro no lee libros (aunque usted no lo crea, diría Ripley).

Dime qué lees...

Resulta tan interesante como digno de preocupación el saber que en México, el que no se lean libros no significa que no se lea, ya que otras publicaciones tienen una enorme audiencia. Por ejemplo, una de las más conocidas revistas dedicadas a presentar los chismes y...

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