PERFILES Y RASGOS

AutorHoracio Andrade

CAMBIAR ES DEJAR IR

Un viejo principio del cambio organizacional es el que afirma que, para que éste se pueda dar, es condición necesaria que incluya a, o inicie con, el cambio individual. A fin de cuentas, son las personas las que van a apoyar el cambio o a resistirse a él, las que lo van a impulsar o a frenar, las que lo van a hacer posible o lo van a abortar.

En algunos casos bastará con que lo entiendan y acepten; en otros, ellas mismas tendrán que transformarse, desarrollando las actitudes y competencias requeridas por y para el cambio.

El cambio personal tiene que empezar por el "descongelamiento", como decía Kurt Lewin, refiriéndose a la aceptación de que las cosas ya no pueden seguir siendo como eran; y también, como sostiene William Bridges, por "enterrar al muerto", es decir, por no permitir que lo que se fue, impida empezar algo nuevo, o aprender a vivir sin ello. Todo cambio, dice, demanda dejar ir algo, o dejar ir, incluso, una forma de ser o de hacer que ya no proceden.

En este sentido, se puede aprender mucho de lo que han investigado, y encontrado, quienes se dedican al tema de la pérdida, sobre todo de la pérdida de algún ser querido, para aplicarlo a prácticamente cualquier situación en la que tenemos que dejar ir algo, sea en la vida personal o en la organizacional. Un buen ejemplo de ello es el libro "Aprender de la pérdida: una guía para afrontar el duelo" (Paidós), de Robert A. Neimeyer, psicólogo especializado en estas cuestiones.

Para este autor, la pérdida puede definirse como la privación de algo que se ha tenido; el fracaso para conseguir o conservar algo de valor; la disminución de alguna sustancia o proceso, y la destrucción o la ruina; o bien, por otro lado, puede tener significados asociados a situaciones o experiencias más íntimas.

Las personas pueden afrontar más fácil las pérdidas si ponen en práctica algunas estrategias básicas. A continuación las veremos, analizando de qué forma podrían apoyar en los procesos de cambio organizacional.

La primera es tomar en cuenta las pequeñas pérdidas, como una forma de estar siempre preparados para cuando vengan las grandes. En la vida corporativa, esta sería una especie de "kaizen" de la actitud ante el cambio: mientras mejor aprenda la gente a ver como normales las transformaciones del día a día, menos se resistirá a llevar a cabo, y apoyar, los cambios de mayor magnitud que sean necesarios.

Tiempo para sentir

La segunda es tomarse tiempo para sentir. A veces, las...

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