PERFILES Y RASGOS

AutorHoracio Andrade

CULTURA DE DEPENDENCIA

Uno de los rasgos más característicos de nuestra cultura es la dependencia: en todos los ámbitos y niveles (es decir, en el terreno familiar, laboral y social, y desde los individuos hasta el país entero), nos hemos acostumbrado a que otros nos digan lo que tenemos que hacer o, lo que es todavía peor, a que lo hagan por nosotros.

En la familia, por ejemplo, los hijos dependen de sus padres hasta edades en las que en otros países ya vuelan con sus propias alas, y no solo en lo que tiene que ver con la manutención económica, sino incluso en lo relacionado con lo que pueden o no hacer.

Bajo la consigna de "mientras yo te mantenga y vivas aquí gobiernan nuestras reglas", la relación de dependencia se pervierte a tal grado que vemos a mayores de edad (es decir, a mayores de los 18 años que delimitan la frontera entre el adolescente y el adulto), comportándose y siendo tratados como menores.

En la organización todavía es común encontrarnos con el síndrome de Blanca Nieves ("enanitos se ven más bonitos"), o con el del cordón umbilical, que impiden que los subordinados (a los que eufemísticamente se llama "colaboradores") asuman sus propias responsabilidades, actúen por sí mismos y decidan lo que tienen que decidir.

Más bien son los jefes los que centralizan, gobiernan y controlan, premian y castigan, piensan por los demás y de una u otra manera impiden o retrasan su desarrollo. Por eso, quienes "dependen" de ellos (nótese que hasta en el lenguaje utilizado se hace evidente esta situación) están atados por ese cordón que los alimenta a la vez que los limita.

En la sociedad y en la política, la dependencia se manifiesta de múltiples formas, conformando lo que se ha llamado la "cultura de la miseria", en la que basta estirar la mano para recibir algo, sea por altruismo o por interés de quien lo da. A eso se debe que las campañas electorales siguen siendo hoy en día verdaderas ferias de dádivas prometidas, y los candidatos mesías que ofrecen remediar los problemas de los demás.

Soltar el manubrio

¿A qué se debe este rasgo tan nuestro, que por cierto ha sido en buena medida un freno para nuestro desarrollo? (Recordemos que Ikram Antaki decía que somos el pueblo que no quiere crecer).

Seguro a una conjunción de factores culturales e históricos que tienen que ver con la verticalidad, la jerarquía y el locus de control externo (endosar a terceros las decisiones que nos corresponden y culparlos de sus consecuencias, en vez de asumir...

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