El perpetuo sonero

AutorTaydé del Río

Cuando empezó a tocar formalmente la guitarra, a eso de los 14 años, Compay Segundo no imaginó que su vida musical se prolongaría por lo menos 80 años más, y que a la edad que muchas personas ya no tienen ánimo de seguir, el andaría por el mundo recibiendo el cariño y el reconocimiento del público de muchas naciones.

"¡Qué va!, esto yo no lo pensé, la verdad, pero sí estaba preparado. Uno se prepara sin saber lo que te va a llegar, por eso yo digo en una de mis canciones, las flores de la vida, ¡qué lindas son!, tarde o temprano llegan a tu lado con su esplendor, no las desperdicies, porque a uno le llega la suerte y a veces uno porque no es inteligente pierde la oportunidad", dice el afamado sonero.

Lejos, muy lejos de la imagen y el espíritu que caracteriza a las personas que, como él, están por cumplir los 93, Compay Segundo es tan vital, optimista y lleno de energía, que sería la envidia de cualquiera que tuviera 50 años menos de los que ostenta este icono de la música cubana de nuestros días.

Sólo su pelo cano y algunas arrugas de su piel revelan el paso del tiempo. Esbelto, de porte erguido y ataviado pulcramente con un traje color marfil combinado con elegante sombrero, Compay Segundo ofrece como carta de presentación un caluroso apretón de manos y una blanca y reluciente sonrisa que contrasta con su piel canela.

"La vida es muy linda", expresa el músico con su tono de voz profundo y vibrante, "como las flores y las mujeres. Y a la vida, al igual que a las flores y a las mujeres hay que cuidarlas".

Su receta para cuidar de su existencia es la música, que en los últimos años le ha merecido premios y elogios a nivel mundial; Aidita, su novia de 40 años con la que ha afirmado reiteradamente que le gustaría engendrar a sus sexto hijo, y los habanos, de los cuales acostumbra fumarse dos al día y le mantienen impregnada la piel de un olor entre acre y dulzón.

Fue a los 14 años cuando Francisco M. Repilado (quien fuera bautizado más adelante con el nombre artístico de Compay), dio sus primeros pasos sólidos por el mundo de la música.

De ahí, el camino que recorrió fue largo y en él estuvo acompañado por algún tiempo de personajes de la música cubana tan célebres como su amigo Benny Moré y Miguel Matamoros, además de que, durante una estancia de seis meses en México, en 1938, también conoció y departió con figuras artísticas mexicanas de la talla de María Félix, Pedro Vargas y Toña la Negra, siempre dejando una estela de amistad a su paso.

...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR